Capítulo 1: El comienzo de una leyenda.

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Aquí empieza el primer capítulo de nuestra historia. Nos centramos en el año 705, en una pequeña aldea del imperio Nevercline, un imperio que no es de mucho destacar en el mundo, pero tampoco es un imperio ignorado. Es un imperio promedio, una aldea promedio. Una mañana como cualquier otra en una escuela como cualquier otra, se encuentra un niño que no es como cualquier otro. No porque destaque exactamente, sino todo lo contrario. Barnett Bell de 5 años, un niño enclenque de pelo castaño rizado y ojos oscuros, proveniente de una familia humilde, se encuentra sentado frente a uno de los salones de la escuela, mirando cómo se mueve la hoja de un árbol con el viento. Mientras miraba embobado el movimiento de aquella hoja un grupo de niños llega frente a él riendo y jugando con una pelota. El entusiasmo con el que jugaban aquellos niños llamó la atención del pequeño Barnett. Barnett sonrió al ver a los niños y corrió hacia ellos pidiéndoles jugar con ellos. Los niños al escuchar la petición de Barnett preocupados aceptaron. Comenzaron a jugar un juego que les había enseñado uno de los maestros hace poco. Consistía en formar dos equipos y arrojarse la pelota entre ellos sin que esta callera al suelo, pareciera algo fácil, pero una sola caída significaba la derrota de todo el equipo. Las caras de preocupación de los niños eran con razón, el juego se decidió en el momento en el que Barnett quiso jugar. Así es, no pasaron ni 15 segundos cuando el equipo de Barnett perdió cuando a este se le cayó la pelota al suelo. Barnett era conocido por fracasar en cualquier cosa que intentase. Los niños se molestaron y le llamaron tonto, seguido de empujarle y tirarlo al suelo para luego dejarlo solo. Barnett se quedó por unos segundos en el suelo mirando hacia abajo, en silencio, para luego levantarse, sacudirse el polvo de la ropa y sonreír.

-¡Qué bien! Esta vez casi logro darle a la pelota. Quizás deba buscar un juego que sea más fácil para mí. –Se dijo a si mismo aquel niño, que se levantaba del suelo por un empujón por segunda vez ese día.

Barnett comenzó a caminar por la escuela. Era hora del almuerzo y los niños comían diferentes platillos que preparaban en la escuela mientras jugaban. Barnett tan sólo miraba mientras su estómago gruñía. Su familia no era de muchos recursos, por lo que no le daban dinero para poder comprar alimentos durante el almuerzo, tenía que esperar hasta llegar a casa. Al terminar el receso Barnett volvió a clases con el estómago vacío. Su maestra, la señora Jones comenzó a enseñarles algo de matemáticas básicas, unas simples sumas. Barnett ponía suma atención a la clase y a las palabras de la maestra, pero al intentar resolver un ejercicio simplemente no podía. Lo intentaba con ganas, recordaba cómo llevar la suma a cabo, pero el resultado siempre estaba mal.

-¡Vamos, Barnett! Es algo muy simple, tienes que hacerlo. No me hagas llamar a tus padres de nuevo. –Le dijo la señora Jones un poco exaltada al ser Barnett el único que no podía resolver la simple operación.

-De acuerdo, lo volveré a intentar. –Le dijo el pequeño Barnett a su maestra con una sonrisa, quien le respondió con un suspiro.

-¡Vaya que eres estúpido! ¡Ni siquiera puedes hacer algo tan fácil! ¡De veras no sirves para nada! –Le gritó uno de sus compañeros en seguida de arrojarle un borrador a la cara.

-¡Timmy! No le hagas eso a Barnett. Simplemente no tiene tanta capacidad como todos ustedes. –Dijo la maestra intentando reprender a aquel niño y dar palabras de consuelo a Barnett, pero sin mucho éxito.

Las clases terminaron y los niños se disponían a salir de sus salones de clases. Los padres estaban afuera esperando para recoger a sus hijos y llevarlos a casa. Los niños corrían y abrazaban a sus padres, para después ir caminando juntos mientras hablaban de lo divertido o aburrido que habían pasado su día. Barnett miraba con atención aquellos afectos de las demás familias mientras sonreía y se disponía a irse. Barnett siempre volvía solo a casa, su familia era pequeña, tan solo eran su madre, su padre y él. Sus ambos padres tenían que trabajar durante todo el día por lo que él tenía que ir a la escuela y volver a casa solo. Tras caminar unos metros después de salir de la escuela un grupo de niños un grupo de niños un poco más grandes que él, tanto de edad como físicamente, le siguieron y le rodearon en un círculo.

-Oye Barnett, pareces ir muy contento hoy. ¿Cómo puedes sonreír siendo tan inútil? De verdad que eres molesto. Un fracasado como tú no merece estar feliz, te borraremos esa sonrisa. –Le dijo un chico llamado Cody, el "líder" el grupito.

-¡Cómo lo intentes te pegaré! –Dijo Barnett manteniendo su sonrisa.

Los chicos le tomaron de brazos y piernas mientras que Cody y otros le daban una paliza. Golpe tras golpe lo dejaron en paz cuando a Cody le dolió el puño y se fueron. Barnett quedó tirado en el suelo adolorido. Se quedó ahí un buen rato descansando.

-Mira, ahí está ese niño otra vez. Siempre está holgazaneando, se la pasa tirado en el suelo. ¿Pero qué futuro le espera a ese niño de continuar así? –Decían personas que pasaban por ahí sin tener la menor idea.

-Rayos... Perdí otra vez. Tampoco soy bueno peleando, pero seguro que para la próxima yo les gano. –Se dijo Barnett a si mismo mientras se levantaba del suelo, otra vez.

El niño volvió a caminar y llegó a su hogar. No había nadie en casa, sus padres llegaban hasta muy noche. Sobre la mesa había algo de comida ya preparada que le había dejado su madre a Barnett, quien ya hambriento se la devoró rápidamente así, fría, pues la última vez que intentó calentar la comida se quemó gravemente. Era la primer comida que tomaba en el día, su hambre desaparecía y su alegría subía. Tras terminar de comer Barnett volvió a lo suyo, su rutina de cada día. Intentar aprender algo nuevo, intentar practicar algo nuevo. Bailar, cantar, jugar, escribir, construir, siempre buscaba algo nuevo que intentar, pero siempre con el mismo resultado, fracasar. Esta vez tomó una pelota y comenzó a jugar como en la mañana con ella. La arrojaba hacia arriba en intentaba golpearla sin que cayera al suelo, pero era inútil. En cada intento se le caía al suelo sin siquiera ser capaz de dar un segundo golpe. Así lo intentó durante horas hasta que se quedó dormido. Su madre llegó a casa y sin hacer ruido para no despertar a su hijo que estaba en el suelo se fue a su habitación para descansar después de un largo día. Ya a más altas horas de la noche llegó su padre, Hunter Bell, algo ebrio después de haber ido por unas copas. Al ver a su hijo tranquilamente dormido en el suelo el señor Hunter dio un fuerte pisotón que sacudió el piso he hizo despertar al pequeño. Barnett con los ojos entre abiertos miró a su padre y se puso de píe.

-¡Barnett! Me encontré a la señora Jones, me dijo que otra vez no estás poniendo atención en las clases, no podías resolver una simple suma. ¿Qué te pasa? ¿Es qué eres un estúpido? Realmente me decepcionas. Cuando naciste nunca me imaginé que mi hijo sería un inútil. Todos los demás niños... ¡Sólo largo a tu habitación! ¡No quiero ver tu patética cara!. –Le dijo el borracho a su hijo que escuchaba atentamente cada palabra que pronunciaba.

Barnett intentando no llorar subió a su habitación y se tiró sobre un montón de cobijas maltratadas que hacían de su cama. Mirando a través de un agujero en el techo las estrellas del cielo nocturno se recalcó sus sentimientos de cada día.

-No soy ningún inútil, ni ningún estúpido. Es sólo que aún no he encontrado aquello en lo que soy bueno. Pero lo seguiré buscando y cuando lo encuentre demostraré que no soy un fracasado, yo lo sé. Mañana lo volveré a intentar. –Con esas palabras para el mismo recuperó aquella sincera sonrisa y durmió tranquilo.

Y así fue un día común y corriente en la vida de nuestro pequeño Barnett. Esto era algo que le pasaba todos los días, su rutina, su día a día, si bien le iba. Barnett es sólo un niño intentando comprender como funciona el mundo, intentado comprenderse a sí mismo y aún sin saber muy bien el porqué intentaba encontrar su lugar en ese mundo desconocido.

Voluntad de diamanteWhere stories live. Discover now