girl crush ; drarry / harco

❝ I hate to admit it but ❞

Y estaba una vez más Draco Malfoy, sentado en la mesa de Slytherin como cualquier otro día de la semana, Pansy abrazada a su brazo derecho, tratando de ocultar su rostro, sin querer siquiera mirar hacia adelante, aún negándose la verdad; "Si no lo veo, no está ahí" sale repetidamente de la boca de la pelinegra mientras él, en cambio, no separa la mirada de la pareja.

No lo había hecho desde hace días. 

Hermione Granger, con sus encantadores ojos cafés y su encantador cabello castaño, sus encantadoras y delicadas manos y, maldición, su encantador y estúpido novio.

No recordaba siquiera cuándo había sido la última vez que había dormido en paz, la idea de Hermione Granger susurrando a Harry Potter, atrayéndolo hacia sí... simplemente le atormentaba. Demasiado para su gusto.

Y cómo si se hubiesen puesto de acuerdo ambos jóvenes frente a sí para atormentarlo aún más, con la aparente intención de que el rubio platinado no pudiese dormir ya en lo absoluto, sus labios se unieron.

Y él no apartó la mirada, sino que la mantuvo fija, observando el movimiento de los labios de ambos idiotas frente suyo.

Un escalofrío le recorrió de pies a cabeza al ver la dulce forma de besar del chico de ojos esmeralda. Sus movimientos eran tan delicados y cuidadosos, como si estuviera tan enamorado de la chica que no pudiera terminar de creer que ahora tenía derecho a tocarla.

Pero no lo tenía, maldición, no lo tenía.

La rabia y los celos inundaban su ser.

Quería que Harry dejara de tocarla en aquel mismo instante.

Quería que Harry retirara sus malditas manos de las mejillas de la castaña.

Quería pararse de aquella maldita mesa y, sin importarle siquiera el enamoramiento de su mejor amiga, besar sin control alguno a la sangre sucia de Hermione Granger.

Probablemente sabría a Harry. Tendría qué saber a Harry.

Y aquel pensamiento no provocó sino que el deseo de Draco de besar a la castaña hasta tomar cualquier rastro de aquel sabor de ella no hiciera más que aumentar.

Robaría cualquier rastro del sabor de Harry Potter de los labios de Hermione Granger. Estaba decidido.