¿Qué es lo que siento? Parte II

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Tachó con una "X" el primer recuadro.

El segundo punto lo había descubierto a medida que pasaba más y más tiempo con él. Shinji reía con sus ocurrencias y lo hacía sentir especial. Jamás se hubiera imaginado que podía ser tan carismático y agradable a los ojos de alguien más. Eso, sin mencionar su gracia habitual, lo hacía querer buscar su compañía siempre. Aparentemente su amigo correspondía ese sentimiento de apego, por lo que era fácil pasar mucho tiempo con él.

Tachó el segundo recuadro.

El tercer punto lo descubrió cuando se sentó en la hamaca de su patio con Shinji. Fue lo más increíble que había sentido nunca. Sólo tuvo que cerrar los ojos y relajarse junto a su mejor amigo. Era lo más básico de lo básico.

Tachó el tercer recuadro.

El último punto era el que más lo confundía e intrigaba. ¿Por qué algunas personas simplemente eran más agradables de mirar que otras? No tenía idea desde cuando había comenzado a observar a Shinji de manera distinta al resto. O incluso de forma distinta a como lo hacía antes, cuando comenzaron a ser amigos. El color de su cabello, antes castaño oscuro, ahora le parecía igual al más rico chocolate. Sus ojos eran de un azul oscuro muy bonito y su mirada dulce. Lo que lo hacía tener un rostro muy adorable en general. A veces se detenía a observarlo unos momentos cuando hacían actividades y suspiraba totalmente embelesado. Su amigo no parecía notarlo en lo más mínimo.

—Qué lindo... —murmuró recordando aquellas ocasiones.

Tachó el último recuadro con total seguridad y añadió una frase más abajo con un asterisco: "Huele como a frutas, en especial su cabello".

Claro, no costaba demasiado sincerarse consigo mismo para no sentir que el contexto se le escapaba de todo control, pero aún seguía en una encrucijada.

Además, últimamente al pensar en ese tema en concreto, llegaba a deprimirse un poco imaginando que Shinji probablemente no contemplaba su cabello gris o sus ojos rojizos. No tenía razones de todos modos, sus facciones siempre habían sido muy extrañas... Pero por alguna razón no quería que lo que sentía fuese unilateral. O peor. Que él sintiera lo mismo hacia una niña.

—¡No, no, no! —sacudió la cabeza, queriendo olvidar esos pensamientos. Imaginar que Shinji se alejaba de él por algo así era insoportable. Además, hace no mucho habían hablado parcialmente del tema por teléfono y Shinji le dijo que no le interesaban las niñas aún.

Dejó la libreta en su velador y enseguida se removió en su cama abrazando a su conejito rosado. En cierto momento, unas lágrimas traicioneras comenzaron a fluir de sus ojos. Ya sabía que Shinji le gustaba, pero, ¿Era eso algo bueno o un problema? Si bien no podía negar que se sentía de maravilla junto a él, al mismo tiempo eso era lo que estaba causando todo un caos en su mente y emociones conflictivas dentro de él.

Tenía tanto miedo de no querer soltar jamás su mano... O peor, de que Shinji se la quisiera soltar.

Y por otra parte... Era horriblemente evidente que no era normal lo que ocurría con él.  Mientras más lo pensaba, más sentía que estaba mal.

Kaworu siempre fue extraño, y a su vez siempre supo que la gente tenía esa impresión de él. No era un niño extrovertido, ni demasiado comunicativo... Pero él no buscó ser así. Simplemente lo era y ya... y dentro de todo, siempre había podido lidiar con esas diferencias. Pero esta diferencia era demasiado grande y notoria como para ignorarla. A Kaworu le gustaba un niño. Un varón. Un chico, como él.

Su mejor amigo Shinji.

Abrazó más a su conejito mientras se hundía en la almohada, que ya estaba algo húmeda por sus lágrimas.

Seamos amigos (KawoShin)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt