Llevo conmigo el color de tus ojos

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    Algunos meses habían transcurrido desde que Valkyon tuvo que irse de misión, no conforme con ello Erika también se encontró entretenida con diferentes misiones que Miiko de manera constante le asignaba. Tanto él como ella se sentían solos, luego de haberse amado infinitas noches y saboreado el placer con voracidad, habían desarrollado sentimientos tan fuertes que la distancia ni el tiempo podrían romper, pero la lejanía agregaba algo nuevo: el extrañar. Y sí, habían soñado durante todos estos días con el momento del reencuentro, pero esos pensamientos solo producían dolor en sus corazones al no poder hablar y amarse como lo hacían de costumbre.

Por fin la agonía había terminado, tanto ella como él estaban de nuevo en el Cuartel General, y ya nadie podría impedir que se amen y deseen desmedidamente.

—Valkyon, ¡por fin has vuelto! —corrió Erika a sus brazos, colgándose al cuello del chico y no dudando en estamparle un beso por la emoción. El sentir los músculos fornidos de los brazos de su joven novio contra su cuerpo le provocaba una leve excitación, y la sensación de estar protegida y como en casa. Con el tiempo pudo aceptar este mundo tan extraño como su nuevo hogar, y más desde que cierta persona le demostró que había un sentimiento más fuerte que la ataba allí. Y ese sentimiento era por supuesto el amor, ese que ni ella ni él habían conocido antes, tal vez porque la única manera de acceder era esa. Que alguno de los dos fuera al mundo del otro, y en este caso resultó ser ella la de los sacrificios. Valkyon lo sabía, sabía que ella dejó mucho atrás para estar con él, su vida, sus amigos, su familia, la comodidad de un mundo con mayor estabilidad que Eldarya... Por esta razón él deseaba hacerla sentir amada, que ella se diera cuenta que todo ese dolor podría sanarse con sus besos, sus caricias y su voz.

—Ya estoy en casa —dijo, correspondiendo a cada uno de los besos y dirigiéndose hacia la habitación de su bella novia. Sabía que debían recuperar el tiempo perdido, ya luego podría para ver a Floppy y ponerse al día con sus compañeros y con los deberes de la Guardia Obsidiana. Bastante que antes de verla, mantuvo la calma suficiente como para dirigirse a lo de Miiko a dejar el reporte de sus misiones.

—Te he traído un regalo, espero que sea de tu agrado —aclaró, se sentía tímido. Nunca había comprado regalos a una mujer, no importaba con cuántas hubiera estado en el pasado, con ninguna tuvo la relación que Erika le ofrecía. Sabía que la miraba con deseo, pero también la miraba con amor, y a ella quería hacerla feliz en todos los ámbitos posibles, no solo el sexual.

—No era necesario —susurró Erika, claramente sonrojada por la actitud de su novio. No esperaba que le trajese algo. Valkyon cuando quería podía ser una ternura total, aún cuando su físico podría incitar lo contrario.

Grata fue la sorpresa al abrir la pequeña caja, allí dentro se encontraba un hermoso anillo plateado con una piedra violácea incrustada que nunca había visto en su vida, podría creer que se trataba de una amatista o algo parecido que existiera en el mundo eldaryano.

—Al verla recordé el color de tus ojos —agregó él.

Sin embargo la joven notó que era mucho más grande que cualquiera de sus dedos.

—Creo que me quedará un poco grande, pero es precioso. En verdad me gustó muchísimo, gracias.

—Claro que te quedará grande, porque ese anillo es para mí —sonriendo tomó las manos de su novia mientras colocó en ellas otra cajita igual a la anterior —. Este es tu regalo verdadero.

Erika aún más sorprendida la abre. En ella había un anillo exactamente igual al anterior, solo que la priedra era ambarina.

—Es del color de tus ojos —expresó ella con una sonrisa. Si había algo que la volvía loca eran esos ojos color miel, que la miraban con intensidad y ternura. Decidió colocárselo en su dedo anular izquierdo—. Y sin dudas este es de mi tamaño.

Llevo conmigo el color de tus ojos  | Valkyon&ErikaWhere stories live. Discover now