Agoney intentó echar un vistazo disimuladamente a la pantalla por encima del hombro de Raoul, a ver si conseguía averiguar qué estaba mirando, si estaba hablando con alguien, pero parecía Instagram sin más.

- Bien. -Le contestó Raoul con un tono neutro y seco. Ya era más de lo que Agoney esperaba.

- Me alegro.

Intentó que sonara sincero, tratando de provocar una reacción en Raoul, pero este no contestó más, dando por finalizada la conversación del todo. Ni un gesto más.

Y de qué te sorprendes.

Agoney suspiró y se rindió, bajó la rodilla de la silla y se fue a su asiento, detrás del asiento vacío junto a Raoul, esperando a que Nerea llegara y ocupara el asiento a su derecha. Aún faltaban 10 minutos para que empezara la clase y Nerea solía llegar justa, así que simplemente esperó.

Agoney se sorprendió mirando a Raoul cada pocos segundos. Desde el momento en que Nerea le dijo que creía que a él le gustaba el chico, no podía quitárselo de la cabeza. Ni el pensamiento ni a Raoul.

Obviamente era una persona atractiva, eso estaba claro. Con esa mandíbula tan marcada, ese pelo rubio siempre tan bien peinado y esos ojos color miel. Y su cuerpo... Bueno, que era muy guapo.

Además, no era una persona que alardeara o que se creyera superior por ser guapo, no miraba a nadie por encima del hombro ni ponía caras a nadie, nunca había hecho un comentario sobre nadie ni se había reído. Eso también debía reconocerlo. Por desagradable que fuera Raoul con todo el mundo, nunca había sido por una cuestión de superioridad. Simplemente era borde y seco con todos porque esa parecía ser su manera de ser.

Y vaya manera de ser.

Pero una cosa era admitir que era guapo y otra que le gustaba. Y tenía claro que no era el caso, por mucho que Nerea creyera lo contrario. Es imposible que te guste alguien que no solo no conoces, sino que tampoco te deja conocerle.

Nerea llegó cuando apenas quedaban cinco minutos para comenzar la clase. Se sentó al lado de Agoney con una sonrisa en los labios y sin decir nada.

- Vienes muy contenta esta mañana, ¿no?

Ella alzó las cejas de manera sugerente y le susurró.

- He tenido una idea.

El profesor entró y dejó las cosas sobre la mesa con un golpe que asustó a la mitad de los alumnos aún medio dormidos. Era un profesor bastante estricto. En cuanto empezaba la clase no se podía hablar o les echaba, no se estaba por tonterías, así que ninguno de los dos pudo decir una palabra más.

Media hora después Agoney no podía más con la impaciencia y escribió una nota en un pedazo de papel que deslizó sutilmente hacia su compañera en un momento en el que el profesor se encontraba de espaldas, escribiendo en la pizarra.

«¿Qué idea?»

«No te lo quiero decir todavía, aún no se si va a funcionar»

«Entonces porque estás tan contenta»

«Porque si funciona será la oportunidad perfecta»

«¿Y si no funciona? »

«Habrá que pensar un plan B»

«No se me ocurre ningún plan, ni A ni B»

«Tu intenta hablar con él y acercarte y ya veremos qué pasa»

Y ahí se quedó la conversación. Agoney no dudaba que Nerea fuera capaz de idear algo, pero también le daba algo de miedo pensar hasta qué punto sería capaz de llegar Nerea por conseguir este objetivo que se había marcado. Y no entendía porque le obsesionaba tanto, la verdad, pero conocía a Nerea y entendía su fijación con tener éxito en todo aquello que se propusiera, así que no se lo cuestionó.

Por hacerte felizWhere stories live. Discover now