Prólogo

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El sonido de pasos sordos resuena a través del pasillo. El olor a humedad impregna las paredes talladas en piedra. La tenue luz de las antorchas deja ver a una figura femenina seguida de dos masculinas moviéndose a pasos rítmicos. Los tres se detienen frente a una reja de barrotes de acero. En la celda se escuchan los llantos y lamentos de algunas personas. La naarkiana saca una llave de su pantalón de tela beige con manchas negras. Extiende su brazo y la introduce en la cerradura. Su piel es color bronce y sus gruesos dedos carentes de uñas muestran hendiduras para las garras.


La reja hace un crujido al abrirse, dejando ver por lo menos cinco naarkiain kies adultos de ambos sexos, vestidos con uniformes de dos piezas color azul claro y brillante. Sus rostros con matices de piel desde el marrón amarillento hasta el negro azabache irradian temor. Los dos naarkiain kies uniformados entran armados con tubos de metal. Ambos sacan a la fuerza a un naarkiano de piel marrón amarillenta que pide a gritos que no se lo lleven. La reja se cierra con llave y los demás se quedan agazapados y sollozando en un rincón.


Una tubería de metal recorre el centro del techo de los pasillos. Cada pocos pasos antorchas cuelgan de las paredes y varios iecci después de la tubería cuelga una pequeña bombilla que ayuda a completar la iluminación. Los soldados utilizan un uniforme de dos piezas color beige con manchas y botas negras totalmente hechas de cuero. Sus únicas armas son tubos de metal de la mitad del largo de sus brazos. El naarkiano de uniforme azul claro brillante es arrastrado mientras intenta infructuosamente zafarse de los soldados. Sus ojos amarillos de pupilas rasgadas miran nerviosamente a una y otra dirección. Al acercarse a una esquina el grupo observa el movimiento de varios soldados.


Al final del pasillo se encuentran al menos cinco uniformados armados con espadas que llevan desenfundadas. La naarkiana le hace señas a los otros dos para que se detengan mientras se acerca a preguntar. A medida que se aproxima observa a un naarkiano con uniforme azul claro brillante con grilletes en las manos y los pies al frente de una puerta de metal custodiado por varios soldados. ¾Vayan a otra sala¾ le dicen a la naarkiana antes de siquiera preguntar. Ella responde afirmativamente y se devuelve a hablar con el resto. Antes de regresar observa al convicto: su piel es marrón oscura, su rostro tiene forma cuadrada con nariz ancha y labios gruesos, sus grandes ojos son de un gris oscuro casi negro, su frente libre de cejas es prominente y su cabello es corto y lacio. El rostro inexpresivo del convicto observa la puerta con la frente en alto. La frialdad que demuestra y su cuerpo atlético hacen pensar a la soldada que se trata de un ex militar.


Los tres naarkiain kies arrastran al convicto en dirección contraria hasta llegar a una esquina en donde se encuentra una puerta de metal. La soldada toca la puerta y esta se abre con un crujido. Un sujeto vestido con una bata, gorro, tapabocas y guantes de tela gris claro los recibe. Junto a él se encuentra una joven vestida de la misma manera. Los tres soldados entran con el convicto que se resiste con más ímpetu que antes. El techo está al doble de altura que cualquiera de los naarkiain kies presentes, las paredes rebosan de toda clase de hachas, espadas, cadenas, grilletes, tubos y variados objetos metálicos. El aroma es una extraña mezcla de sustancias químicas, humedad, metal oxidado y sangre. La respiración del convicto se acelera y su rostro empalidece al contemplar la mesa con grilletes ubicada en el centro del cuarto.


Entre los tres soldados logran acostarlo y colocarle los grilletes. El convicto mueve sus brazos y pies intentando liberarse sin mayor éxito. Los soldados fijan su cabeza a la mesa con la ayuda de dos placas que lo inmovilizan dejando libre su frente. El sujeto de bata gris da una indicación a su compañera y esta le limpia la frente con un trozo de tela empapado en alcohol. Los soldados se retiran hasta la entrada mientras el sujeto de la bata se acerca al convicto, y su acompañante organiza algunos instrumentos en una mesa aledaña. La ayudante le pasa una barra porosa impregnada en tinta al sujeto de la bata y este dibuja un rectángulo en la frente del convicto.


El convicto grita improperios a todos los presentes quienes lo ignoran. Sus facciones alargadas se debaten entre la ira y el miedo. Sus largos colmillos parecen relucir ante la luz del bombillo ubicado encima de él. La ayudante se acerca con una inyectadora de vidrio llena con un líquido azul.


-Esto impedirá que la marca pueda borrarse-. Comenta el sujeto de la bata.


La ayudante le inyecta el líquido en medio del rectángulo a pesar de los gritos del convicto. Tras una indicación ella toma un cuchillo e intenta hacerle una incisión en la frente al sujeto.


-¡Tienes que hacerlo con fuerza para que pueda cortar la piel! -Exclama el sujeto de la bata.


Ella con manos temblorosas vuelve a intentarlo con más fuerza. Un alarido invade el cuarto y un líquido marrón oscuro brota de la herida en la frente. La ayudante sigue haciendo una serie de incisiones más hasta completar un par de letras naarkiain a pesar de los gritos y quejidos del convicto. El sujeto de bata gris le da una palmada en la espalda y esta le pasa el cuchillo. Él continúa haciendo marcas con él una por una.


-Este será tu estigma por lo que te reste de vida-. Exclama él al terminar.


Ella limpia la frente con alcohol y ahora puede leerse con claridad "beeskune" (traidor).

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Prometo escribir una historia larga exclusiva para esta plataforma de Wattpatel año que viene.


Naarkiain kies - el exilio (Prólogo)Where stories live. Discover now