three

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iii.
( los fantasmas del auror )




Lyra sabía bien aguantar los gritos. A los mortifagos no les gustaba oírlos.

Cuando era más pequeña y ellos probaban las habilidades de Atticus; ella siempre anunciaba las muertes de las víctimas en el momento menos oportuno en que debía molestarlos. Lyra no podía reprimirse, sin importar cuánto lo intentara; le era un alivio soltar el grito, detener las voces que chillaban en su cabeza con nombres de personas a las que no conocía. El único problema era que les arruinaba la diversión; arruinaba la concentración de Atticus.

Ellos nunca quisieron a la banshee. Ellos siempre desearon al nigromante; Lyra sólo era el dolor de cabeza que tenían que cargar para hacer a su hermano colaborar.

Despertó varias veces a lo largo de lo que sintió eran dos semanas de ajetreo. No recordaba mucho de lo sucedido; tan sólo eran destellos de imágenes sin orden en su mente, la voz de Atticus llamando a su nombre y diciéndole que todo había terminado. A veces, durante los mejores días, veía unos ojos avellana escondidos detrás de unas gafas cuadradas, llenos de preocupación y terror, y una voz suave varonil le aseguraba que ella ya no estaba en peligro, que nunca más lo estaría.

Se negó a creerle en todas las ocasiones; los mortifagos hicieron bien su trabajo de matar cualquier esperanza que tuvieran los gemelos de ser rescatados, de ser recordados. Ella sólo esperaba el momento de que la ilusión se rompiera y regresara a la cueva.

Lyra estaba sentada sobre la camilla, frotando con las palmas de sus manos sus brazos desnudos en busca de confort. A pesar de que el ambiente era cálido (suponía que por un hechizo); el helado frío de la muerte no había dejado de enviar varios escalofríos a todo su cuerpo desde que la trajeron a San Mungo. Los murmuros se hicieron más insistentes conforme pasaban los minutos, aturdiéndola de sobre manera y dejándola estática en su lugar, mientras intentaba descifrar que querían decirle las voces.

— ¿Cómo te encuentras, Lyra?

Lyra levantó la vista, viendo a la mujer pelirroja de ojos verde pasto frente a ella. Utilizaba una túnica blanca con el escudo de San Mungo estampado en su pecho y la miraba con lástima, intentando mantener la sonrisa cuando su cerebro pudo procesar la imagen que daba el aspecto de la chica.

Los mortifagos también se aseguraron de recordarle a Lyra constantemente el monstruo que ella era; ni siquiera culpó a la mujer por aquella reacción a su apariencia física.

Carraspeó, intentando encontrar su voz.

— ¿Don... Dónde está mi hermano? — logró decir, sentía la garganta seca y le dolían las cuerdas vocales de sólo tratar de hablar. Todas las veces en las que se despertó, Atticus estaba a su lado, lo que la ayudaba a no entrar en pánico alrededor de tantas caras desconocidas. Le resultaba difícil estar aquí sola y no poder apreciar el calor irregular de su gemelo protegiéndola.

— Atticus volvió a su habitación a dormir un poco, aunque se quejó mucho por dejarte aquí — la mujer le tendió un vial lleno de poción, aun luchando por mantener la sonrisa amigable en su cara — Esto es una poción para dormir, te ayudará a no lidiar con pesadillas.

(³) BANSHEE ━━ james potterWhere stories live. Discover now