• Capítulo 10 •

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El mayor no pudo reprimir una mueca.

—Se me quedó el teléfono en casa—contestó Yoongi, bruscamente, adentrándose a la casa—. Vamos a tu habitación, mocoso.

Jungkook asintió, preguntándose qué rayos había pasado para que llegara a su casa tan de improviso. Suspiró con pesadez, mientras guiaba a Yoongi al segundo piso, por las escaleras. Los hombros del mayor estaban ligeramente caídos y estaba seguro de que estaba perdiendo peso. Aquello le tenía muy preocupado, porque cada día se veía menos vivo. Sin embargo, tampoco estaba seguro de qué más hacer y eso lo ponía sumamente nervioso.

Ambos caminaron a su habitación y Yoongi se lanzó a la cama del menor apenas entró.

—Yo dormiré aquí—le dijo el mayor — Tú puedes dormir en el suelo. Qué se yo. Sé un buen anfitrión.

Kookie resopló, dejando de sentir preocupación bruscamente. Su mayor ya estaba recuperando su humor normal otra vez.

—Pero es mi cama, Yoongi—se quejó.

Yoongi rodó los ojos, deslizándose en la cama hacia su derecha.

—Está bien, está bien—dijo, palmeando el lugar que quedó libre a su lado—. Durmamos juntos, mocoso, pero si te quitas la ropa como lo hiciste la última vez, te voy a patear fuera de la cama. ¿Entendido?

Jungkook sonrió infantilmente.

—Sí, hyung. ¿Debería prestarte ropa y hacer una pijamada? Eso estaría bien por mí.

Yoongi resopló, no pudiendo reprimir una sonrisa por el tono alegre que usaba el menor. No podía evitar encariñarse con ese bebé gigante.

Aquel muchacho era tan tonto.

—¿Vas a seguir burlándote? —preguntó el mayor, sentándose en la cama—. Porque me puedo ir con Hoseok.

Jungkook soltó una carcajada y negó con la cabeza reiteradas veces. Luego, cuando el mayor se apoyó contra la pared, se sentó a lo indio a los pies de la cama.

—Y bien—preguntó finalmente. Yoongi volteó a verlo—, ¿qué fue ahora?

El pelinegro torció el gesto.  No quería hablar de ello. Solo quería dormir, así que se encogió de hombros como única respuesta. Su ceño profundamente fruncido.

—¿Lo mismo de siempre? —susurró el menor, tentativamente. Yoongi asintió a regañadientes—. Sabes que puedes venir a vivir acá si quieres. No sé cómo ni por qué mi mamá te quiere. Ella siempre está preguntando por ti, así que, si le digo que vendrás a vivir aquí, ella te aceptaría, hyung.

Yoongi realmente anhelaba la protección de un hogar como el de Jungkook. Deseaba que alguien pudiera proporcionarle la seguridad que había abandonado su vida... pero no podía aceptarlo. Había cosas que no podría ni debía abandonar jamás.

—No dejaré sola a mamá, Kook—le dijo, tallando sus ojos con ambas manos, ligeramente turbado. Sintió repentinamente una necesidad abrumadora de llorar, de por fin dejar de sentir lo que estaba sintiendo. Un gran nudo se formó en su garganta, y temió ponerse a llorar frente al mocoso. No quería que justamente él le viera así, cuando se supone que él era la persona fuerte en aquella amistad. Así que se levantó de golpe y salió por al balcón, acuclillándose en el frío suelo, escondiendo el rostro entre sus rodillas.

Afuera hacía mucho frío y él apenas llevaba un hoodie que no era capaz de mantenerle tibio. No importaba, de todas formas. No había nada que pudiera entibiar el hielo que rodeaba su corazón por estos días.

Odiaba toda esta situación. Odiaba a su familia, pero también la amaba y aquellos sentimientos contrarios no hacían nada más que confundirle. Y, sobre todo, odiaba que ese chiquillo tonto y alegre tuviera que verlo quebrarse por los estúpidos problemas que tenía con su familia.

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