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Ya habían caminado gran parte atreves del bosque hasta que llegaron a un tipo de escalinata, llena de rocas y donde parecía estar todo muerto. El cuervo di un último graznido y desapareció entre las grises nubes que adornaban el cielo.
El cervatillo observo a la criatura detenerse, olfateando un tanto el suelo para después dirigirse a paso lento hacia una cueva oscura, creada por unas rocas que al parecer se desprendieron de lo mal alto de la escalinata, creando un escuro y terrorífico lugar donde no faltaba mucho para que las rocas se colapsaran, sepultando a todo lo que se encontrara debajo de ellas. El cervatillo le siguió curioso hasta la entrada de la curiosa cueva pero inmediatamente antes de que se adentrara en la oscuridad de esta, la bestia giro bruscamente, gruñendo y mostrando una hilera de afilados dientes, haciendo que el cervatillo se sorprendiera y cayera sentado, con las orejas gachas y realmente asustado, pero no lo suficiente como para salir corriendo. Una Mariposa que volaba casualmente en aquellas desoladas tierras llamo la atención del cervatillo, el cual se levantó de un salto y comenzó a seguir a la pequeña mariposa la cual se posó en frente de la gran bestia negra, la cual estaba tumbada a la entrada de la cueva, como si la estuviera cuidando. El cervatillo se acercó y se puso enfrente de la bestia, viéndolo alegre para incitarlo a unirse al juego. Pero en vez de lo que esperaba con anhelo el cervatillo, aquel tétrico y enorme animal levanto una de sus robustas patas al mismo tiempo en que extendía sus afiladas garras, y antes de que el cervatillo pudiera comprender lo que tramaba, la gran pata de la bestia aplasto a la pequeña y colorida mariposa, la cual no tuvo el tiempo suficiente para escapar volando. El cervatillo observo atónito a la bestia, la cual mantenía su mirada fija en la pata que tenía sobre la frágil criatura voladora. El cervatillo bajo sus orejas y sintió como sus ojos se humedecían, tenía un corazón frágil y demasiado débil, lo que hacía que sus compañeros de manada se burlaran de el cuándo lloraba al ver a una rosa marchitarse. El pequeño animal cuadrúpedo cerro los ojos tratando de no llorar cuando la bestia alzo su pata dejando libre a la frágil mariposa, la cual salió volando al no sentir más el peso que la oprimía en el frio suelo. El cervatillo levanto las orejas con una expresión alegre al ver que su pequeña y delicada amiga se encontraba bien y revoloteaba encima de su cabeza. Sin dudarlo comenzó a jugar con esta, alegre, pero aun así, el cervatillo se percató de una cosa, la mariposa que antes desprendía alegría con sus hermosos colores, ahorra era totalmente negra y oscura. Había perdido su color.
