Amor. Oh Dios, tenía que sobrevivir a esto.

Hubo una explosión cerca de la mansión y Hermione saltó a la acción. Ella tenía que estar más cerca... lo suficientemente cerca para ayudar. No había venido hasta aquí para sentarse en los arbustos con su amigo muerto. No dejó a Draco quedarse al margen. Con el manto envuelto apretadamente alrededor de ella, partió a la carrera.

No le tomó mucho tiempo para llegar a la lucha, y palmeó la pequeña bolsa médica que colgaba a su costado. Ya había manchas de sangre en la hierba, formando charcos en ciertos lugares donde la gente había caído. Hermione sabía que probablemente acabaría usando hasta el último suministro que había traído, había llenado su pequeña bolsa hasta casi estallar, incluso con el encanto de extensión.

Neville fue la primera persona que encontró, sangrando en el suelo y luego de haber sido abandonado allí por un mortífago que asumió que iba a morir en breve. Había asumido bien, Neville apenas estaba consciente. Hermione recordó todas las veces que Anthony la entrenó y le agradeció en voz baja. Ella había ayudado a personas en el estado de Neville antes, y estaba segura de que podría hacerlo de nuevo. Todavía estaban a las afueras de la batalla, y no había nadie a su alrededor.

—Neville —susurró Hermione, volteándose para taparlos y levantando la capa ligeramente para mostrar su cara.

—Hermione —graznó Neville, sus ojos estaban muy abiertos al reconocerla.

—Voy a ayudarte. Sólo mantén la calma.

Ella se puso a trabajar, y se dio cuenta casi inmediatamente de que había olvidado este tipo de curación. Había estado en auto función durante tanto tiempo que se había olvidado de que ella era en realidad una muy buena Sanadora. Sabía cómo improvisar, adaptarse a diferentes situaciones... cuando su mente estaba trabajando, ella podía manejar el desafío. Hacer llamadas de juicio. Trabajar con pasión. Sus manos se movían rápidamente, sellando y vertiendo y limpiando la sangre hasta que Neville tenía un poco de color en las mejillas.

—Neville, ya te curé, pero debes descansar por al menos diez minutos, mientras que las pociones hagan su trabajo —susurró— ¿Puedes ocultarte?

Él movió sus pies y las manos de forma práctica y asintió. —Sí. Voy a ocultarme entre los arbustos por un rato. Gracias, Herms.

Ella sonrió y le apretó el brazo antes de salir corriendo, mirando por encima del hombro para confirmar que él estuviera ocultándose. Vio la cabeza de Neville desaparecer entre la maleza y dio un suspiro de alivio. Ella siguió corriendo, llegando finalmente al mismo campo de batalla. Era anarquismo violento, y luchó por no cruzarse en el camino de nadie en su búsqueda de los heridos.

En línea recta, el profesor Slughorn estaba arrastrándose lejos del cuerpo de un gran mortífago. Obviamente, él había ganado la pelea, pero estaba malherido, sangrando de un gran tajo en el estómago. Hermione sabía qué tan rápidamente las heridas en el estómago podían irse de las manos, y corrió. Tuvo que llamar su atención sin asustarlo,­ ella era invisible, después de todo.

—¡Profesor! —dijo entre dientes y él saltó de miedo—.Es Hermione Granger. Usted no puede verme, pero puedo sanar su herida.

—¡Oh Hermione, gracias a Merlín! —­gritó, y ella miró rápidamente a su alrededor para asegurarse de que nadie lo haya oído. Afortunadamente los sonidos de la batalla estaban ahogando a cabo su discusión silenciosa.

—Acuéstese detrás de esta roca, sólo me tomará un minuto —dijo ella, colocándose a su lado mientras él se arrastraba hacia la roca, la sangre goteaba mientras se movía. Se acostó según las instrucciones, su respiración era inestable y trabajosa.

ESTÁTICAWhere stories live. Discover now