—Eso no importa en este momento.

—¿Qué haces aquí?

Él estaba emocionado.

—No sé por qué, pero quería verte. ¿Van de salida?

—Tengo una carrera.

—Bien, entonces creo que mejor me voy —sonrió con nerviosismo.

—Porque mejor, me acompañas, así puedo mostrarte este mundo.

—En realidad fue una locura que viniera.

—Pero lo hiciste y ni siquiera llamaste.

Los demás continuaban sacando los autos.

—No lo sé.

—¡Vamos! Estoy temblando de la emoción por verte aquí, y si estás aquí es porque sé que sientes lo mismo que yo, y creo que lo mejor es que me conozcas tal cual soy.

—Ok, está bien.

Sus miradas se cruzaron en ese momento. Ninguno tenía idea de lo que pasaría, y tampoco entendían bien lo que sentían, pero sabían que querían vivirlo.

—Pero, primero hay que guardar tú auto —dijo Leo.

Extendió su mano para pedirle las llaves.

—Emily, se las dio sin ningún problema. Pero sentía su cuerpo entumecido, y mucho más cuando se dio cuenta que los amigos de Leo la observaban.

«¡Esto es una locura!» pensaba.

—¡Listo! ¿Vamos? —preguntaba Leo, luego de guardar el auto de ella.

—Sí, ¡vamos! —sonrió.

—Me permiten presentarles a alguien importante —decía Leo.

Caminó hacía donde estaban sus amigos.

—¡Claro! —agregó Tony.

Todos fueron amables con ella, incluso a Lara le agradó mucho. Y a Layo de cierta forma le dio gusto conocerla, Emily no tenía la mala planta que le notó a Berta cuando la conoció y, al contrario, le daba confianza.

Fue a Barbara a la única que no le hizo nada de gracia verla allí.

—Muy bonita la presentación, pero les recuerdo que vamos a llegar tarde si no, nos vamos ahora —agregó, subiendo a su auto—. ¡Vamos Neco! —gritó.

Todo se voltearon a ver, pero en efecto, Barbara tenía razón por lo que subieron a sus autos y manejaron hasta el lugar de la carrera.

Brayan iba en un mismo auto con Tony; Layo con Lara; Barbara con Neco y Leo con Emily. Este ultimo era el más feliz de todos en ese momento.

—El lugar no sé si te va a gustar, pero...

—No importa, yo vine, así que... no creo que haya cosa más fea que el edificio —sonrió Emily—. Tus amigos son bastante agradables.

—Sí, y estoy seguro que les agradaste.

—¿Eso es bueno?

—¡No te imaginas cuánto!

—¿Y qué hacen en ese lugar al que vamos?

—Correr, apostar, divertirse, pero sobre todo comer —rio.

—¡Comer! Perfecto.

—Perdóname por haberte mentido.

—No importa en este momento.

—¡Enserio no puedo creer que estés aquí!

—Yo tampoco, créelo. Pero estoy aquí, porque necesito saber quién es el tipo con el bombón rojo que esperaba al otro lado de la calle, y ese que me ha hecho en tan poco tiempo sentir cosas que no sé qué son. Si miedo, ilusión, o frustración —sonrió.

Huracán ✔️Where stories live. Discover now