Capítulo 4

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Cuando vi la vieja verja de hierro, el corazón se me disparó. Lo que habíamos vivido allí había sido muy especial...
Me embargaron los recuerdos, y tuve que contenerme para no sollozar. Luca aparcó y entramos en la casa de piedra antigua. Estaba todo como recordaba. Yo miré todo con especial interés.
- ¿Tienes hambre?
- Un poco.
- Has perdido peso.
- Si.
- Almenos unos cinco o seis kilos.
- Últimamente no he tenido mucho apetito.- él me miró serio y bajó la cabeza avergonzado. No estaba acostumbrada a ver a Luca así. Tan... No sabría muy bien como calificarlo.
- ¿Espaguetis?
- ¿Boloñesa?
- Si quieres...
- Si, quiero...- nos miramos a los ojos largo rato, él se rindió primero y fue hacia la cocina para hacer los espaguetis. Yo me senté en una banqueta para poder observarlo con el delantal. Inevitablemente, me acordé de tantas veces como él había cocinado para mí. Lo echaba de menos. Muchísimo. Habían pasado casi dos meses.
- ¿Quieres algo de beber? ¿Una cerveza?
- ¿Una corona?
- Si, creo que me quedan unas cuantas coronas.
- Entonces si.- lo observé sacar los dos botellines, los abrió y me pasó uno. Dió un largo trago y puso una olla con agua para hervir los espaguetis.-
- Luca.
- ¿Sí?
- ¿De verdad había allí asesinos? ¿Delincuentes y corruptos?
- La mayoría, si.
- ¿Y cómo lo sabes?
- Lo sé. Y de hecho... Tu jefe. ¿Cómo es?
- ¿Mi jefe?.- asintió paciente.- Pues... Es un hombre inteligente. Estoy aprendiendo mucho, y me ha dado la oportunidad de mi vida. Le estoy muy agradecida.
- ¿Y su empresa?
- ¿Por qué lo preguntas?
- Curiosidad...
- No. No creerás que él...
- No he dicho eso. No.
- Es increíble... ¿Cómo puedes ser tan retorcido? ¿No puedes pensar en que soy suficientemente inteligente para ese puesto? ¿Te molesta que Ricardo me haya dado la oportunidad?
- No, Cata. No he querido decir eso...
- No ha echo falta que lo dijeras.
- Solo me preocupo por ti. He visto como te mira.
- Ah, ya... Claro, ahora lo entiendo todo, lo que te preocupa es que se quiera meter en mis bragas universitarias. Pues eso es asunto mío. Tú ya no tienes nada que ver con mis bragas universitarias.
- No confío en él.
- ¡Ni siquiera lo conoces!
- Aún así.
- No, Luca. No puedes ir por la vida pensando mal de todo el mundo. No es sano.
- Pero...
- No.- Él bajó la mirada a la olla enfadado y no volvió a discutir. Éramos expertos en eso de discutir sin parar. Y de follar después. Muy fuerte. Muy rudo...-
- ¿Qué pasa?
- ¿Qué?
- Estás roja. ¿Qué te pasa?
- Nada. No me pasa nada. Necesito ir al baño.
- Ya sabes donde está.- dijo seco. Y yo salí huyendo hacia el servicio. Cerré la puerta de un portazo y me eché sobre ella con la respiración agitada. Dios santo... Como lo deseaba.
Sólo pensar que podría estar celoso de mi jefe me había puesto a cien. No había acabado. Lo nuestro no había acabado.
Durante la cena no se muy bien por qué, intenté coquetearle. Pero nada. Era una pared de ladrillo. Maldita sea, estaba empezando a cabrearme. Él ni se inmutaba. La idea de que ya no me deseara me cabreaba. Pensé en lo que me dijo Jess... ¿Y si ya me había sustituido? ¿Y si había conocido a otra mujer? ¿La querría? ¿Se habría acostado ya con ella? ¿Sería mucho mejor de lo que yo fui?
- ¿Has conocido a alguien?.- el ruido de su tenedor sobre el plato me sobresaltó y lo miré fijamente.-
- ¿A qué viene esa pregunta?
- Somos amigos, ¿no?
- Supongo.
- Los amigos hablan.
- Yo nunca he sido muy hablador. Ya lo sabes.
- Si, lo sé perfectamente.- juro que no lo dije con segundas, pero por la mirada feroz que me echó, él creyó que si.- Bueno, que. ¿Alguna mujer en tu vida?
- No.
- Ya. ¿No has follado desde...? Bueno, ya sabes. Desde que tu y yo. Bueno... Eso.
- No. ¿Por...?
- Curiosidad. Eres un hombre, con un apetito sexual considerable. Me extraña que...
- Voy a recoger y deberíamos irnos a dormir.- se levantó de la silla recogiendo los platos, eludiendo mis curiosas preguntas. Después subimos a la planta de arriba, y cuando llegué a la puerta de la habitación en la que había dormido con él, me paré y lo miré. Él se adelantó y abrió la habitación de al lado.-
- ¿Dónde vas?
- A dormir, obviamente.
- Pero, yo creía que...
- Tu dormirás ahí, y yo dormiré aquí.
- Somos amigos. Los amigos pueden dormir juntos.
- Eso no es verdad.
- Yo duermo con Jess.
- Es diferente. Es una chica.
- También duermo a veces con Dan.
- Él es gay. Tampoco cuenta. Buenas noches.
- Luca...
- Ah, si. Te he dejado una camiseta mía en la cama. Para que puedas cambiarte.
- Gracias.
- Ese vestido es... Muy bonito. Te queda bien.
- Gracias.
- Que descanses.
- Igualmente.- me metí en el cuarto cabreada, estafada y triste. Muy triste. Me eché sobre la puerta y me tapé la cara con las manos. ¿Qué estoy haciendo? ¿Qué pretendo? ¿Acaso puedo olvidarlo todo? ¿Y si... Y si solo es deseo? No estoy segura de volver con él, pero, joder... Lo deseo. Lo deseo muchísimo. Pero mi coqueteo, (si es que se le puede llamar así) no ha servido de mucho. Se ha ido a dormir a otra cama. ¿Eso qué es lo que quiere decir? ¿Qué ya no quiere estar conmigo? ¿Qué no quiere que nos acostemos? ¿Y si ya me ha olvidado? Le importo, estoy aquí. En su casa. En el cielo. Me ha traído aquí por que está celoso de mi jefe. Tengo que importarle. Joder, tengo que importarle. Antes de pensarlo mucho estoy abriendo la puerta y llamando a la suya. Aunque no espero a que me de paso, no se para que he llamado. Está desnudo, solo con los bóxer. Y obviamente, mi mirada se posa ligeramente en su entre pierna.-
- Joder, Cata... ¿Qué haces?
- Yo... Necesito ayuda. Con la cremallera.- él asiente muy serio y viene hacia a mí, que estoy atontada delante de la puerta del dormitorio. Viene hacia a mí y me da la vuelta bruscamente, yo tengo la respiración agitada, excitada, solo con ese pequeño roce de sus manos sobre mis hombros. Cierro los ojos sintiendo sus dedos sobre mi espalda, y segundos después, el ruido de la cremallera al bajar. No puedo evitar gemir bajito, siento una calor axfisiante, y un tirón en el vientre me hace jadear.-
- Ya está. Puedes irte.- vuelvo a la realidad en segundos. Me doy la vuelta y lo observo. Me mira serio.-
- Gra- gracias...- apenas me sale la voz, y salgo huyendo del dormitorio.
Lo nuestro no ha acabado por mucho que él se empeñe en demostrar lo contrario. Ahí hay deseo. Y no sólo por mi parte. Él también me desea. Si no, ¿por qué no ha estado con nadie más en estos meses? ¿Por qué no ha aparecido en la fiesta esta noche con una chica de su brazo? ¿Y por qué quiere hacerme ver que ya no siente nada por mi?

Adicto A Tu Piel 2Where stories live. Discover now