Capítulo Único

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El mejor amigo de Athelstan, Ragnar, nuevamente lo había invitado a aquel bar donde se presentaban bandas de Metal.

Este, se sentía fuera de lugar al estar rodeado de tantas personas de apariencia "maligna". La mayoría de los hombres con cabello largo, cazadoras de cuero, chalecos de mezclilla llenos de parches de bandas de Thrash metal, cadenas colgando de los pantalones, y cinturones de balas. Pero lo que más le incomodaba a Athelstan, eran los símbolos paganos que veía en abundancia en el lugar. Cruces invertidas y pentagramas en algunas ocaciones, y sobre todo simbología vikinga.

Esta noche se presentaría Ragnar junto a su hermano Rolo, ambos pertenecían a una banda de Viking Metal, junto a otros de sus amigos. Es este momento, se encontraban en los camerinos maquillándose con tonos rojizos y café sus rostros, como Ragnar tenía rapado ambos lados, Rolo le dibujaba símbolos paganos y entre eso una que otra runa vikinga.

Los demás miembros de la banda miraban mal a Athelstan, solo por ser cristiano. Siempre que pasaban a su lado, lo empujaban intencionalmente, echaban cosas a su comida, y llenaban su casillero en el instituto de cruces invertidas, pentagramas, insultos y/o dibujos que implicaban a Cristo en situaciones...

Ragnar se acercó a él.

—Estoy emocionado, viniste a verme, no es la primera vez pero... —el rizado lo interrumpió.

—Tu me invitaste. —Al decir aquel «tu» estiró su brazo derecho y con el dedo índice tocó el pecho del vocalista.

Ragnar sonrió. Ambos tenían una conexión especial, no podían enojarse con el otro, a los segundos ya andaban abrazados y de mejores amigos nuevamente. Cada sonrisa que se lanzaban en cada mirada, estaban llenas de sentimientos de amor y deseo.

Pero ninguno de los dos lo notaba.

—No te acerques al mosh pit, —Soltó una carcajada, miró a Athelstan con cariño y ternura. —Pueden quitarte un brazo, —abrió los ojos como platos —o peor, la vida. —Hizo un puchero demasiado exagerado. —Oh! ¿Qué haré sin el chico que me obliga a ser buena persona? ¿El qué me hace ir a la iglesia los domingos? ¿Qué haré sin él? —miró al rizado nuevamente, lo agarró de los hombros y se acercó rápidamente para darle un pequeño beso en la frente.

El pasillo en el cual se encontraban era largo, algunas personas ya estaban gritando el nombre de la banda, con demasiado entusiasmo. Lo cierto era que Ragnar tenía ya, varios admiradores. Y admiradoras. Lo cual a Athelstan le molestaba.

Los gritos se sentían demasiado cerca, el Vikingo miró a su mejor amigo y le sonrió en modo de ánimos. Este, se dirigió al escenario, mientras Athelstan bajaba por una pequeña escalera para así estar entre el numeroso público.

Se sentía fuera de lugar. Lo cual, nunca le había pasado con Ragnar. Miró con un poco de asco a un tipo que se encontraba a escasos centímetros de él. Tenia sobre peso y una gran barba, tatuajes de mujeres desnudas, y un pañuelo en la cabeza con diseño de marihuana. Ademas de agregar que estaba completamente sudado y con un olor que penetraba a las fosas nasales.

Se dio la vuelta mirando hacia la puerta principal, solo quería marcharse de ahí.

Los primeros riffs comenzaron a sonar. Athelstan se sobresaltó dando un pequeño saltito en su lugar. Ragnar comenzó a cantar con sus típicos guturales. 

El Mos-Pit comenzó como era de esperarse, con golpes de aquí para allá... Athelstan no se asustó en ningún momento, podía adaptarse rápidamente. Su cara de niño bueno lo hacía resaltar entre la multitud. Ragnar lo miró por un buen momento, conectaron sus miradas mientras cantaba, Ragnar le guiñó el ojo a su amigo.

«¿Por qué me arde el rostro?» de preguntó el joven cristiano.

—¡Córrete, idiota!— un hombre corpulento le empujó, Athelstan ya comenzaba a sentirse incómodo.

El concierto terminó. El joven caminó por el oscuro pasillo hasta llegar a los camerinos, había un fila de chicos y chicas esperando un autógrafo por parte de lea banda, o alguna fotografía.

—¡Eh, Ragnar! ¡Iremos por unas cervezas! ¿Vienes o te vas con tu amiguito?

—Me voy con Athelstan. Prefiero estar con el.

Rolo estaba harto de que su hermano se juntara con "el chico cristiano"

—¡Hola! —Athelstan de sobre saltó por el repentino saludo eufórico de su amigo. —¿Estas listo? ¡Yo si! ¿Nos vamos?

Su energía era demasiada, después de los conciertos se llenaba de ella.

Ragnar agarró el brazo de su amigo y fueron hacia la salida.

Caminaron por un buen rato, había luna llena, las estrellas brillaban y un parque estaba cerca.

—¿Qué te parece si vamos?

Al rato estaba recostados mirando las estrellas, Athelstan tenía su cabeza en el hombre de Ragnar.

El cariño que se tenían el uno al otro no era simplemente cariño de amigos. Era amor.

Lo cierto es que Ragnar apenas lo conoció lo supo, pero no sabía si sus sentimientos serían alguna vez correspondidos. Pero habían señales en su amigo que lo confirmaban.

Sus sonrojos, sus interminables abrazos, su carácter, sus miradas, las sonrisas, los besos en la frente, las noches heladas en las cuales dormían abrazados, su eterna amistad...

Ragnar se sentó nuevamente sobre el césped. Al igual que Athelstan, este imitó a su amigo.

—¿Que pasa? — preguntó.

—Athelstan... no se cono decir esto. Digo, nunca me ha costado decir algo, pero ahora quiero... necesito confesarte algo, y entiendo si mis sentimientos no son correspondidos, pero quiero que lo sepas. He estado... ena-enamorado — bajó la cabeza con vergüenza — enamorado de ti desde que te conocí, desde que supe como eras, desde que vi tu sonrisa, y desde ahí supe que quería ver aquella sonrisa por siempre. De que quería verte por siempre, me encantan las interminables charlas que tenemos siempre, me encantan los abrazos que nos damos... me encantas tú, Athelstan. Y no quiero que esta confesión arruine nuestra amistad si los sentimientos no llegasen a ser correspondidos, Athelstan... yo...

Ragnar se vio interrumpido por unos labios sobre los suyos, se emocionó al notar que Athelstan lo estaba besando, se emocionó y sonrió entre el beso, lo tomó del rostro y lo acercó más a él. Entrelazó sus dedos en su rezado y castaño cabello.

Se separaron.

—Me haces sentir rebelde y libre ¿sabes? — Athelstan rió.

—¿Quiere decir que me correspondes? — Preguntó Ragnar emocionado.

—Oh, cállate. — lo volvió a besar.

Athelstan estaba enamorado de Ragnar, solo que no se daba cuenta de sus sentimientos hacia su único y mejor amigo. Su -ahora- novio. El amor de su vida.

Rebelde y Libre (Ragnar x Athelstan)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant