No se atrevía a moverse por admirar aquella mujer.

La primera vez que hablaron fue gracias a una travesura de ella.

Estaba leyendo el manga de la Magazine jump de esta semana cuando vio a esa mujer entrar a su habitación, parecía una pequeña y traviesa niña jugando a la escondida; mientras sonreía con diversión y miraba de reojo por el pequeño ventanal de la puerta. Solo cuando decidió voltear para ver donde estaba, ella se dio cuenta de su presencia. Fue la primera vez que la observo de frente, ella parecía sorprendida de verlo para luego volver aquella sonrisa llena de diversión; tal cual como la tenía cuando había entrado a su cuarto.

El azabache con flequillo en v no sabía qué hacer, aun procesaba que esa mujer que para él era un ángel estuviera en su habitación, dándole aquel tipo de sonrisa que le calentaba dentro de su ser.

— Por favor, no le digas a nadie que estoy aquí - la mujer había juntado su mano en modo de súplica para ese pedido y sin decir ninguna palabra más, se fue hacia el estante donde él guardaba su ropa y aseo personales.

Hijikata no dudo en levantarse y sin darse cuenta a ayudarle a esa mujer de pelo castaño para que se ocultara en aquel lugar, recibiendo un sincero gracias.

Fue en ese momento cuando entro una enfermera que parecía tener más de 40 años. Parecía estar molesta y preocupada, como también uno podía jurar que estaba agotada por tanto ejercicio para ese cuerpo. Le había preguntado si había visto a una paciente que encajaba a la perfección al perfil de aquella mujer que se escondía en su estante. Él debía decirle donde estaba dicha mujer, mostrarle a esa enfermera el lugar donde se estaba escondiendo; sin embargo, ahí estaba diciéndole una mentira a esa pobre enfermera; ayudándole a una extraña en su travesura.

— Muchas gracias por no delatarme - fue lo que escucho al rato después de que la enfermera se fuera. Observo como esa mujer salía de su estante y ordenaba aquella bata tan blanca para que tuviera la menor arruga posible.

— No fue nada - dijo desviando su mirada hacia cualquier parte, por el nerviosismo que sentía en esos momentos —, y ¿Por qué te escondías de esa enfermera? - no podía dejar de estar curioso por el comportamiento de esa mujer y tenía el derecho de saberlo al ayudarla con su travesura.

Aquello provoco que la mujer diera una pequeña risa, de una manera tan dulce para el oído de Hijikata.

— Eso es simple, estaba aburrida y no quería ir al examen - soltó con aquella inocente sonrisa llena de calidez que le hacía replantearse al azabache si realmente era una mortal como era él. Solo debía mirar su bata para recordar que realmente existía una mujer como la que estaba presente —. Por cierto, me llamo Mitsuba Okita ¿Cómo te llamas? - se presentó la mujer con una pequeña reverencia demostrando su educación.

— To-Toshiro Hijikata... ese es mi nombre - respondió el azabache avergonzado por sus pensamientos hacia esa mujer.

Desde ese día empezaron a juntarse y formar una amistad entre los dos.

Empezó a conocerla a tal punto de saber su debilidad por querer comida picantes y como su comprometido le traía algunas debes en cuando, de que esa mujer llevaba años en aquel hospital por su delicada salud y esperando un donante de corazón; de aquel hermano menor que era tan sobre protector con ella que incluso le hacia la vida casi imposible a su cuñado y esa prima del prometido, esa misma que para él era una escandalosa de primera.

Juntándose cuando él no tenía visitas por su compañero y su mejor amigo.

De esa manera paso un mes desde que lo habían hospitalizado.

Los síntomas de aquella enfermedad seguían en su cuerpo, había decidido no hacer quimioterapia a pesar del regaño que obtuvo por parte de Kondo y Mitsuba. Pero él creía que si lo hacía se aferraría a una esperanza tortuosa, después de todo su cáncer hace tiempo estaba en la fase terminal y si vivía era por puro milagro. Aunque acepto gustosamente la radioterapia, era menor doloroso tomar unas pastillas que estar en aquellas maquinas infernales que usaban en la quimioterapia.

Geranio.حيث تعيش القصص. اكتشف الآن