—No me importa Leo, no me importa la chica. Pero me preocupa lo que dice Layo, que estas yendo a la ciudad como si no pasara nada.

—Todo va a estar bien.

—¿Ya no me quieres? —preguntó y lo besó.

—He sido un tonto —respondió y también la besó en un arranque.

Le fue fácil pensar en la fotografía que vio en la casa de Emily para poder darse cuenta que su lugar estaba allí, con su hermano, sus amigos y con Barbara.

—Hay una carrera esta noche ¿Qué te parece si vamos? —preguntó ella.

—Hasta la pregunta es mala.

—Ese es el Leo que yo conozco.

—Me vas a decir cómo les fue.

—Sí. No te imaginas lo feliz que me siento de haber vuelto.

—Yo también me siento feliz de que lo hayas hecho.

La información que Neco llevaba era importante, habían estado siguiendo a Mouro y ya tenían la dirección de su casa. El plan en el que tanto trabajan se trataba de entrar justamente a la casa de Mouro con la intención de encontrar las pruebas que necesitaban para limpiar su nombre y con algo de suerte robarle el dinero. Pero la cabeza de Leo estaba en cualquier lado menos allí.

—La pregunta ahora es ¿Cuándo?

—Eso lo tenemos que planear bien en los próximos días —decía Layo—. Hay que tomar en cuenta que la gente de Mouro es bastante y nosotros pocos.

—Al menos ahora tenemos su dirección, eso es bastante —concluyó Barbara.

Leo solamente la observó y sonrió.

Barbara era completamente diferente a Emily, vestía casi siempre de negro. Además, era fuerte, ruda y tenía cierto modo varonil.

—¿En qué piensas? —preguntaba ella, acercándose a donde Leo estaba.

Ya había terminado la reunión y él se había subido a la terraza.

—En lo diferente que era la vida antes de Mouro.

—Bueno, la tuya, porque la mía siempre fue así.

—Por eso te admiro; siempre fuerte.

—Mi papá pasó más años en la cárcel que conmigo, creo que la calle me enseñó muchas cosas.

—Barbara yo... sé que tiene fe en esto, pero no creo que funcione.

—¿Hablas de nosotros?

—Sí.

—Siempre ha sido así, y siempre salimos adelante.

—¿Crees que podamos está vez?

—Sí te comprometes conmigo sí.

—Yo no creo que sea bueno para ti.

—No, yo tampoco. Sinceramente mientras no cambies difícilmente serás bueno para alguien.

—Te dije que conocí a alguien.

—Sí.

—Es importante Barbara.

—Yo soy importante, siempre lo has dicho.

—Está vez es diferente.

—¿Por qué? ¿Cómo es ella?

—¡Soy su clavo! —sonrió.

—¿Te estás escuchando? Leo, no sé a quién conociste, pero... si hago cuentas debe ser poco tiempo.

Huracán ✔️Where stories live. Discover now