Extra N°1

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Encerrados 


Ayer Nino me paso hablando de su fiesta toda la noche y de como quería invitar a salir a esa chica morena... Alya. 

Si, Alya, eso creo. 

Lo que sea, habló hasta muy tarde y luego de ultimo minuto la secretaria de mi padre llama a mi puerta para ir a una estúpida y aburrida prueba de diseño. Trajes, trajes y trajes. Me tenia mareado tantos cambios de ropa en menos de una hora y media. Fue una noche tan tediosa que termine tirado en mis sábanas a eso de la madrugada, pero no me dejaban faltan ni un solo minuto. Horrendo trabajo.

La alarma sonó a la misma hora pero sentí que se activo como dos horas antes y que solo había dormido la mitad del tiempo. Sentía mi cuerpo pesado y los ojos harinosos, como si tirase un puñado de arena en ellos. Me mire al espejo, ojeras. 

-Félix, no puedes ir así al colegio, arruinaras mi imagen como diseñador, eres mi hijo, un Agreste. Siempre presentable. 

-Odio el maquillaje. 

-No me interesa, no pondrás mal a la empresa.

Y ese, fue el típico "Buenos días" de mi padre todas las mañanas y adiós ojeras.

***

Cuando llegue al colegio Nino, como siempre me estaba esperando en la entrada escuchando música y me saludo como siempre, un saludo de puños y entramos. No lo culpo de mi trasnochada, pero mi siento un enfado hacía él, la culpa en sí no la tiene nadie, es mi trabajo, pero no me gusta. 

La clases comenzaron como siempre tediosas y amargadas, los profesores con su casa de café malhumorados enseñando de una forma particular, mientras los demás o comían el desayuno en su pupitre, o murmuraban entre ellos, hacían cualquier cosa menos colocar atención. Otros dormían como la presidenta del salón.

 Cuando la clase termino Nathalia me jalo del brazo y se agarro de él para obligarme a salir y acompañarla a donde-no-me-interesa, seguía algo cansado y solo quería ir a casa a descansar, por que, por lo que sabía, hoy tenía una reunión a eso de las siete de la tarde y tenia todo este tiempo para descansar.

-¡Vamos mi lindo Félix! Iremos de compras y luego por unos helados sin gluten. 

-No lo deseo, quiero ir a mi casa.

-No seas aburrida - Chilló abrazándome, rodeo mi torso con sus brazos, sentí el olor de su perfume y... no me gusta. La separó de mí. - Nunca me dejas abrazarte.

-No me agrada que lo hagas.

-Hable con tu padre y el mio, dijeron que podíamos tomarnos el día libre si estábamos juntos. 

-¿Que te da el derecho de hablar con mi padre sobre mis decisiones? - Le hable muy molesto, quedo boquiabierta e incrédula, pero nadie le dio ese derecho, personalmente hablaría con mi padre.

Pero en eso caigo en cuanta...

Mi móvil no lo tenia. 

Me solté algo brusco de Nathalia y busque mi móvil en mi bolso, tenia libros, calculadora, estuche, otras cosas necesarias, pero no mi móvil. Me estaba empezando a enojar mucho. Le pregunte a Nathalia si lo había tomado pero ella me mostró su bolso miniatura y solo llevaba maquillaje y su propio móvil.

Eso no me gusta para nada. 

-Vete adelantando hacia donde sea que sea, iré a buscar mi móvil.

Sin esperar su respuesta fui por él a mi casillero y no estaba, mis libros estaban intactos y sin rastro de que alguien se hubiese metido, me sabía la clave de Nino así que por si es una mala broma lo busque ahí pero en su mugrero tampoco estaba, entonces fui al salón.

Al entrar estaba tan enfadad que abrí la puerta con fuerza por lo que reboto en la pared y se cerró sola, no me importaba. Camino directo hacía mi pupitre y busque por todos lados que podía, allí brillaba una pantalla. Mi móvil. Sentí un alivió instantáneo. Pero se evaporo en un segundo cuando me di cuenta que la puerta no cedía a abrirse. Fue cuando caí en cuanta que otra persona se encontraba en el salón. La presidenta se encontraba un poco despeinada y con la mirada soñolienta. Con mucha calma me explico que la puerta estaba mala. ¿Acaso todo me pasa a mí? 

-¡Agh! ¡Rayos! Maldito día. 

Estaba enojado, cansado y encerrado con una chica en el salón y a esta hora casi todos se han ido a sus casas, así que como un niño enfadado me senté en el suelo y la chica me imitó, empezamos a conversar mientras rogaba que alguien llegara. En eso ella estira su mano y se presenta, Bridgette. La miré algo duro y serio pues no soy mucho de contacto pero, tampoco un descortés, así que le devolví la presentación. Cuando escucho mi apellido su rostro se volvió algo dudoso, esta chica era muy expresiva a diferencia mía. Cuando le explique que era modelo y que mi padre no le importo en tu pálido rostro se reveló un sonrojo de vergüenza, da igual. Me di cuenta que se iba a disculpar pero un sonido se escucho de afuera. 

¿Salvación? 

Me pare en un segundo para ver si podía llamar la atención de quien sea para poder ir a mi casa pero, no se si fue el cansancio o la emoción que mi pie patino por el piso de loza y mi cuerpo se fue hacía adelante, lo bueno es que tengo buenos reflejos y a tiempo detuve el impacto con mis manos, o bueno a medias. Frente a mi tenía dos zafiros muy grandes y bonitos que me miraban entre asustados e impactados, su olor a manzanilla me embriagó demasiado. Tenía a Bridgette tirada en el piso bajo mió, pero eso no es lo peor, si no el chillido que emitió esa persona tan conocida y que significaba una sola cosa. 

Problemas.



Decide Tu mismo: Un deseo Puede cambiar el destino. -Editando-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora