Fue entonces que Draco tomó la decisión de que Hermione no debía dormir sola. Si ella lo permitía, él se quedaría con ella, aunque fuera en el suelo. La próxima vez, él la detendría antes. La calmaría. La protegería de sí misma.

La puerta se abrió y Draco vio a su padre echando un vistazo.

—¿Ella está bien? —dijo Lucius, con la voz ronca por el sueño, con los ojos apenas abiertos sobre la imagen de su hijo abrazando a la chica que aún sollozaba.

—Se rasguñó los brazos otra vez, pero creo que va a estar bien —dijo Draco, no renunciando a su control sobre ella—.Me voy a quedar aquí esta noche —añadió con firmeza.

—No esperaría menos —dijo Lucius con voz cansada—.Buenas Noches.

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Cuando Draco despertó, Hermione todavía estaba en sus brazos, pero sus ojos estaban abiertos y ella lo estaba mirando a la cara. Claramente lo estaba viendo dormir. Se preguntó cuánto tiempo había estado así.

—Tu mejilla está lastimada —dijo con tristeza.

—Está bien —murmuró—.No duele.

—Lo siento de todos modos —dijo ella, luciendo culpable.

Él la besó suavemente en la frente. Le gustaba que fuera capaz de hacer eso ahora, sin tener que pensarlo.

—Gracias por cuidar de mí —susurró. Su corazón se aceleró extrañamente.

Ella sanó sus brazos mientras preparaba el desayuno.

—¿Se siente bien, Hermione? —dijo Lucius, tratando de sonar calmado pero fallando en el intento. En lugar de eso sonaba preocupado. Todos estaban sentados alrededor de la mesa mientras ella cosía algunos de los cortes más grandes a lo largo de su antebrazo. Fue una cosa desagradable de ver.

—Gracias a su hijo, estoy muy bien —dijo ella, con calma—.Estos rasguños son nada comparados con los que me había hecho antes. —Ella sonrió cálidamente a Draco y él se movió incómodo.

—Hice lo que tenía que hacer, Granger —dijo. Sabía que no era un héroe. Él solía identificarse con la gente que le hizo esto a ella. No quería el agradecimiento de nadie.

—No, hiciste lo que decidiste hacer —dijo en un tono serio—.Hay una diferencia.

Ella se levantó y agarró un tubo de crema de la alacena cercana. Exprimió un poco sobre sus dedos, se acercó a él y colocó la mezcla fría en su mejilla.

Draco no pudo evitarlo. Dejó que sus ojos se cerraran y disfrutó de la sensación. La mano libre de Hermione se apoyó suavemente en su hombro. Sus dedos se movieron a través de la herida tan suavemente, que apenas los sintió. Pero el sentimiento que provocó el toque, la enorme cantidad de cuidado que ella le dio, hizo que le doliera el pecho de una manera agradable. Toda su atención estaba en él, y lo aceptó con gratitud. Se había acostumbrado tanto a esto cuando ella lo curaba de la maldición, él se sorprendió al notar que había extrañado el contacto.

—Eso debería ayudar —dijo ella, poniendo la tapa en el tubo.

—Gracias, Granger —dijo Draco, sus mejillas se sonrojaron.

Ella le apretó el hombro con una sonrisa.

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Esa noche, Draco merodeaba frente a la puerta de Hermione, tratando de decidir cómo abordar el tema con ella. No quería dar la impresión equivocada—que quería dormir en su habitación para protegerla de los terrores nocturnos, no por ninguna otra razón. Prácticamente.

ESTÁTICAWhere stories live. Discover now