Capítulo 2

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Capítulo 2

— Así ¿que aquella chica del vestido azul?— lo veo reír y acercarse a mí. Pero esperen ¿Que hice yo?— Así que dijiste que era famoso...— yo estoy estática y él se acerca poco a poco— Pues deja me presentarme. Soy Damián Athur, próximo rey de Inglaterra.

¿Cuándo será el día en que yo no tenga problema?

Él me mira con una sonrisa de medio lado. Va vestido con un pantalón blanco, una camisa azul que le hace juego con sus ojos azules. Él es caliente, tal y cual lo había dicho Dapne. ¡Cómo no me pude dar cuenta! Toda su ropa es de diseñadores famosos. ¡No puede ser! ¡Él chico de la discoteca¡ ¡Él rubio adonis! Y...yo le saqué él dedo del medio y lo insulte.
Jodida mierda, ¿Por qué no me acorde que era el príncipe?
¡Por favor! Su rostro lo veo cada día y segundo de mi vida. Tengo un trauma con él, por Dapne ya que es su amor platónico.

— ¿No dirás nada plebeya?— él me mira fijamente — pero si ese día hasta me insultaste.

—Alteza lo siento. — digo en un murmullo, ¡Mierda! ¿Cómo diantres salgo de aquí?

— ¿Crees que con eso arreglas todo?— se pasa un mano por su barbilla— ¿Sabes lo difícil que fue encontrarte? — Lo miro desconcertada— pensé que estudiabas en otra universidad, pero por azares del destino, solo estamos divididos por facultad.

He insisto. ¿Me estaba buscando? ¿A mí?

— Alteza, lo siento. Pero no sé a qué se refiere.

—Si preguntas cual es él motivo, ya te había visto antes. Eres la amiga de la chica que siempre anda diciendo que soy de ella. — se ríe. ¿Dapne? — además, eh escuchado hablar mucho de ti, dicen que tus cuadros son magníficos. — bueno eso fue un buen alago, pero aun así esto me desconcierta. — Pero no vine a eso.

>>Quería saber por qué no me reconociste. Puse en duda si realmente eras de aquí. Pero en tu historial dices que vienes de Salfort. — Se acerca hasta quedar a un paso de mi— Ahora dime, Sophia, todos los insultos de aquella noche.

Abro mis ojos desmesuradamente. Si lo insulto voy a ir a prisión. Dapne me matará si se entera de esto. ¡Alguien que me ayude!

— Mis más sinceras disculpas, alteza. — Mi voz es apenada. — haré lo que usted pida alteza.

Parece que eso lo alegra. ¿Qué puede él querer de mí?
Tampoco haré todo lo que él diga. Definitivamente tendré que huir.

— ¿Todo lo que yo diga? — tiene una sonrisa ladeada. — ¿segura? ¿Tengo tu palabra?— pregunta.

Sencillamente, ¿Él príncipe que puede querer de mí? — Claro que sí, alteza.

— Más que perfecto señorita Sophia. — retrocede cinco pasos. ¡Por fin tengo mi espacio personal! — entonces...

— Alteza— un hombre vestido de negro se pone detrás de él y hace una reverencia, el príncipe se gira y lo mira. — perdone por interrumpir. Pero esto es de suma importancia.

¿Mi oportunidad de escapar? Si. No lo pienso dos veces antes de salir corriendo como alma que lleva el diablo.
Creo que al correr vi a ocho guardaespaldas. ¿Vendrán tras de mí?

Corro como una desquiciada. Salgo de la Universidad y miro a todos lados. ¡Alguien que me ayude!
Mis plegarias fueron oídas. Frente a mi aparece Alex. En su camaro rojo.

Me subo en su auto: — ¡Arranca, arranca! — le digo exaltada y con él corazón latiendo a mil. Mi mejor amigo me hace caso y pisa a fondo el acelerador sacándome de allí. — Gracias Alex.

Comprometida con su alteza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora