—No estamos casados.

—Créeme, luego de todo por lo que hemos pasado en algunas culturas lo estaríamos a esta altura —dijo él—. Tan solo confía en mí, y nunca creas que te abandonaré porque eso jamás sucederá. Y si algo nos separa nos volveremos a encontrar, porque me niego a continuar adelante sin ti. Así que nunca vuelvas a temer que sería capaz de abandonarte. Estamos juntos en esto.

—Ya no puedo correr.

—Solo por unos pocos días. Te esperaré, te cargaré si así quieres, no me iré sin ti de ningún modo. Tan solo tenemos que salir de aquí —dijo él y sonrió—. ¿A dónde quieres ir? ¿Brasil? ¿Australia? ¿Grecia? Tan solo di un lugar e iremos allí, nos mantendremos fuera del mapa hasta que estés bien de nuevo, cuidaré de ti.

—¿Y cuánto podría durar aquello sin que nos descubrieran?

—Haré que dure lo que tú quieras.

Melody se sobresaltó y enseguida abrazó su cuaderno a su pecho de un modo protector cuando alguien se dejó caer a su lado en el autobús pero se relajó al constatar que se trataba de Chris. Él era bueno comparado con las otras posibilidades, aunque ella seguía resguardando sus dibujos del mismo modo privado y personal que siempre. Debió haber imaginado que Chris cogería la primera oportunidad para hablar con ella apenas pudiera, y lo cierto era que Melody lo había estado evitando a consciencia los últimos días junto con cualquiera de su banda. Aún seguía sin estar segura de lo que había sucedido la noche del viernes en la azotea, e intentaba no pensar en aquello porque la aterraba la posibilidad que los otros tuvieran razón. En su lugar se había concentrado en seguir con su personaje mientras internamente pensaba cómo escapar de allí e investigaba más sobre el subconsciente.

—Tenemos que hablar —dijo Chris.

—No, no tenemos que —respondió Melody.

—Sí y no te vas a escapar de mí esta vez. ¿Qué demonios sucedió en la azotea la otra noche?

Ella bajó la vista, también le gustaría saber la respuesta y que esta no la asustara. Tenía la esperanza que la excursión la ayudara a encontrar respuestas, a mostrarle una vía de escape o detalles que delataran que aquella realidad no era cierta. No estaba especialmente encantada por visitar el ayuntamiento pero todo fuese por unas horas fuera de la academia, y sabía que tendrían algunos minutos libres para el almuerzo. ¿Cuánto se podía hacer en una hora a solas? Tenía una lista de cosas en mente, y a pesar de no deber hacerlo agregó a Chris a la lista en ese instante.

—No lo sé —admitió—. No lo recuerdo con exactitud. Creo que él me está cuidando y por eso no sé.

—¿Por qué? —preguntó Chris y Melody suspiró, liberando apenas su cuaderno como para que él pudiera ver el último dibujo.

—Porque eso es lo que hace, cuida de los otros. No se supone que recuerde, no de ese modo, no si ellos tienen modo de saberlo. Gabrielle mencionó que comencé a gritar.

—Lo hiciste.

—Entonces tal vez me hizo olvidar aquel episodio para cuidarme, para que recuerde luego como es debido. Las cosas están en mi cabeza, tan solo debo alcanzarlas. No sé lo que sucedió y tampoco quiero saberlo, no si reaccioné tan mal como temo.

—Pero yo necesito saber.

—Pues no hay respuesta.

—Le dijiste a Sandler que le dibujaste una chica porque lo veías solo —dijo Chris y Melody lo miró con recelo—. Kate tiene buen oído.

—Eso he escuchado.

Melody observó en silencio su último dibujo, al joven despierto y alerta en medio de tantos refugiados en un centro comunitario y a la joven dormida por la cual velaba. Ella estaba cubierta por una manta, su pierna correctamente vendada, y él la sostenía de un modo protector mientras montaba la guardia. ¿Cómo pudo ella siquiera imaginar que él sería capaz de dejarla atrás y abandonarla a su suerte? Pero llevaban poco tiempo conociéndose entonces, aún no habían vivido lo suficiente juntos, y ella era demasiado joven e inexperta aún. No sabía todavía que él jamás sería capaz de dejarla atrás, porque él era incapaz de dejar atrás a cualquiera.

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