Diamante sin mácula (relato sicalíptico de RR)

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Cuenta la leyenda que, una noche de parranda, Adelaida Bermudíñez ligó.

Adelaida, funcionaria desde su juventud, soltera y sin compromiso, acostumbraba a salir con su panda de amigas de toda la vida. Eran un grupo de mujeres afianzadas económicamente, aunque sin nadar en la abundancia, atadas a costumbres ancestrales que ellas mismas habían ido desarrollando a lo largo de las décadas. Todas estaban ya bien entradas en su segunda adolescencia. Pertenecían a ese colectivo de mujeres que el consciente colectivo de nuestra sociedad actual llama, con cierto aire de desprecio y una pizca de burla, maduritas. Algunas lenguas un tanto viperinas podían llamarlas cuarentonas, no sin un cierto sonsonete de descrédito. A pesar de las posibles opiniones externas a ellas, las componentes de la panda llevaban ya al menos un par de lustros repitiéndose unas a otras que todavía estaban de muy buen ver.

Solían reunirse cada tercer viernes de mes para celebrar esa prolongada amistad femenina mezcla de Sex & the city y Mujeres al borde de un ataque de nervios. Celebración que, en un deje de no-originalidad de clase media, se llevaba a cabo mediante una buena cena en un restaurante no demasiado caro en la zona del centro de la ciudad, o en sus proximidades.

Eran unas veladas amenas, llenas de agradable conversación y de esa chispa de euforia que producía una copa (puede que dos, pero no más) de un vino de gama medianeja. Cenas que trascurrían entre risitas poco disimuladas, chascarrillos, chistes con mucha sal gorda, puñaladas traperas a conocidos (y sobre todo conocidas) comunes que no se hallaban presentes a la mesa, y comentarios sobre lo bueno que estaba (o que no estaba) el camarero de turno. Eran cenáculos exclusivamente femeninos, como ellas proclamaban sin descanso a los cuatro vientos, sobre todo entre ellas. Quedadas sólo para chicas, decían sus bocas. Aunque sus gestos y sus miradas dijesen algo muy distinto. Tampoco es que tuviesen muchas opciones. Chicos disponibles, interesantes e interesados solía haber pocos. Al menos según los mínimos estándares que ellas mismas habían fijado.

Tras la cena marchaban caminando, que no era cuestión de elevar el gasto de la velada en taxis o tiques de aparcamiento, a uno o dos de los pubs próximos al restaurante, donde tomaban algún cóctel no demasiado cargado para facilitar la digestión y la perseveración de la charla.

Fue en uno de esos pubs, uno de esos terceros viernes de mes, donde Adelaida Bermudíñez ligó.

Mientras las amigas se quedaron parloteando y riendo sentadas en una mesa alta rodeada de taburetes, Adelaida se acercó a la barra para pedir su acostumbrado gin-tonic. Levantó la mano para llamar la atención de la camarera, una chica con pírsines en nariz, lengua y orejas, de envidiable juventud y firmeza mamaria, pero de risible estabilidad laboral, según los desordenados pensamientos que cruzaron como estrellas fugaces la mente de Adelaida en esos momentos.

El gesto de la mano de Adelaida fue imitado de forma simultánea y casi exacta por un tipo que se hallaba, coincidencias cósmicas aparte, justo al lado de ella y un poco por detrás, aunque la funcionaria no se había percatado de su presencia. El tipo pidió un bourbon con hielo.

Durante un mágico par de segundos, la confusión reinó en el rostro de la camarera, que no supo decidirse a que cliente atender primero.

La ligera y un tanto forzada comicidad de la situación hizo que Adelaida y el extraño se mirasen y se sonriesen mutuamente durante un instante. Algo, profundo, oscuro y soterrado, trepidó en las habitaciones traseras de la mente de Adelaida, esas de cerradura atascada y bisagras oxidadas que hacía mucho que no se habrían. Algo que no palpitaba de verdad desde su primera adolescencia.

Galante, el tipo indicó a la camarera que atendiese primero a Adelaida quien, encantada, no rechazó el ofrecimiento. Mientras la servían a ella, él esperó paciente y con una sonrisa a que le llegase el turno de recibir la ansiada consumición.

Diamante sin mácula (relato sicalíptico de RR)Where stories live. Discover now