Capítulo Uno.

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Karol.

Desperté gracias a los rayos de sol que entraban por la ventana del dormitorio que compartía con Ruggero, aún no termino de acostumbrarme a mi nuevo hogar pero convivir con Ruggero hace que todo sea absolutamente increíble, hablando de Ruggero, ¿Dónde está mi sexy prometido?. Tanteé con mi mano el lado izquierdo de la cama y no encontré a nadie, moví mi cabeza hacia la mesita de noche y observe el reloj que se encontraba en esta, !MIERDA! 7:50 am y debía llegar al trabajo a las 8:30, si, me aceptaron en la escuela a la que postule hace un par de meses, fui tan feliz aquel día y Ruggero no hizo más que incrementar esa felicidad, en fin, ya tendré tiempo de contárselos bien, ahora voy malditamente tarde.

Me levanté de la cama de golpe y corri al baño maldiciendo a mi prometido por no haberme despertado cuando se fue, ¿Por qué mierda no me despertó?, ¿Por qué mierda no escuche la alarma?, bueno no es tan grave Karol, llevas poco más de dos semanas en el trabajo y nunca llegaste tarde, siempre hay una primera vez ¿No?, calma Karol, inhalo paz exhalo odio. La puta madre, no hay papel, mierda Ruggero no es tan difícil reemplazar el maldito rollo cuando lo acabas.

Salí de la habitación hecha una furia y murmurando palabras que no me sentiría orgullosa de que mi padre escuchase, cuando llegue a la cocina encontré al causante de mis groserías sentado en un taburete frente a la isla de la cocina comiendo mantequilla de maní con la mano directamente desde el tarro de la misma vistiendo sólo su pantalón de pijama y luciendo jodidamente sexy y a la vez extremadamente tierno, ¿Cómo lo hace? Vamos Karol, no te distraigas. Carraspeé para que notará mi presencia y en cuanto me vio sonrió, sonrisa que desapareció en un microsegundo, supongo que noto la cara de odio hacia él que tenía.

- Buenos días mi amor, ¿No amanecieron buenos para ti? -preguntó con ¿miedo?, oh si Pasquarelli, miedo es lo que debes sentir en estos momentos-.

- ¿Buenos? ¿realmente preguntas si son buenos Ruggero?, son las 8:00 de la mañana y debo estar en la escuela en 30 minutos, ¿Por qué mierda no me despertaste antes? Y por si no fuera poco voy al baño a intentar hacer mis necesidades y no hay ni un jodido rollo de papel, ¿son buenos Ruggero? -escupi hecha furia y el idiota empezó a reir-. ¿Por qué mierda estas riendo? -inhalo paz exhalo odio-.

- Karol, mi amor, bebé, nena, princesa, amor de mi vida, si sabes que hoy es sábado ¿verdad?, a menos que tu escuela sea una maldita cárcel para esos pobres niños los sábados no son días de escuela. -dijo totalmente relajado dejando el tarro de mantequilla de maní en la isla y lamiendo sus dedos para limpiar los restos de mantequilla de ellos, sentí como mis mejillas se tornaban rojas, mierda fui muy grosera con él-. Ahora si ya terminaste de gritarme ven acá y dame mi beso de buenos días -dijo palmenando su regazo-.

Corri hacia sus brazos y me senté en su regazo pasando mis brazos por su cuello.

- Lo siento bebé, tengo la cabeza en Marte -dije dándole un pequeño beso en los labios, él frunció el ceño-.

- ¿En marte? Crei que tu cabeza estaba en tu sexy prometido o en su defecto en los preparativos de la boda con tu sexy prometido -dijo haciendo un puchero que yo mordí-.

- Mi cabeza y mi corazón están enfocados en ti las 24 horas del día los 7 días de la semana -sonrió de lado luciendo tan sexy que quería gritar, simplemente mordí su mejilla y besé su nariz-. Pero tienes razón, mi cabeza también está en los preparativos de la boda, tanto que ya ni se en que día me encuentro. - me encogí de hombros-. ¿Qué haces comiendo mantequilla de maní directamente desde el tarro? Eso es muy grosero y asqueroso Rugge.

- Lo siento nena, sabes que amo la mantequilla de maní - se encogió de hombros y frunció el ceño como un niño pequeño al que acaban de regañar, quería comerlo a besos-. Mi amor debes relajarte, la boda puede, o no, salir perfecta, ¿acaso eso importa? Lo importante es que tu y yo estemos seguros de lo que estamos haciendo y puedes estar segura como la mierda que no puedo esperar para que seas la Señora Pasquarelli - me dio un pequeño beso en los labios-. Yo soy tuyo desde el primer día en que tus ojos me miraron pero saber que nos perteneceremos ante Dios y la ley me hace inmensamente feliz.

Una vida para enamorarte #Treinta2TDonde viven las historias. Descúbrelo ahora