18.- Sólo las dos

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Mientras me perdía en su sabor, acariciaba sus muslos, sus caderas y pechos. Podía sentir como vibraba su cuerpo con cada movimiento que hacía mi lengua en ella. En cuestión de minutos el cuarto se inundó de sus gemidos y de la atmósfera erótica que nos rodeaba. Momo no había dicho una sola palabra desde que había comenzado a hacerle sexo oral. Era como si estuviera en un trance. Sentí su mano encima de mi cabeza y sonreí. Momo me había sorprendido, nunca hubiese imaginado que era tan osada en la cama. Este encuentro había sobrepasado mis expectativas.

Cuando sentí que las piernas de Momo comenzaban a temblar me alejé de su entrepierna y subí hasta sus labios. Noté que se sorprendió ante el movimiento pero no me rechazó. Pasó su lengua por mis labios y sonreí.

-¿Por qué... porque paraste? – su respiración era cortada.

-Porque es tiempo de darte el mejor orgasmo de tu vida – me volví a acercar a sus labios y nos besamos tiernamente. Sabía que le estaba haciendo falta el aire así que preferí besarla tiernamente.

-Quiero correrme en tu boca – nos quedamos mirando – vuelve a bajar por favor - ¿Cómo se supone que le diga que no a eso?, era demasiado explicita y eso me volvía loca.

Volví a bajar pero, esta vez, sería diferente. Comencé a hacerle sexo oral nuevamente y los gemidos no tardaron en aparecer junto con la desesperación de su cuerpo. Sus caderas se elevaban y bajaban, sus manos empuñaban las sábanas de la cama, esperé que volviera a elevar sus caderas nuevamente y cuando, por fin lo hizo me apoderé de su centro con mis dedos a la par con el sexo oral.

Sus gemidos se transformaron en gritos en cuestión de segundos. Comencé a aumentar la velocidad y con ella vinieron las malas palabras de Momo. Sentía, una mezcla de ternura y excitación al escucharla. A veces maldecía en Japonés y me causaba una leve risa.

-Nayeon... Nayeon...

-Dime amor – deje de hacerle sexo oral.

-Bésame – me alejé de su centro y subí hasta su boca nuevamente para besarla aún con mis dedos dentro de ella. Seguí con el mismo movimiento rápido y el beso se convirtió en gemidos constantes dentro de mi boca. Mi espalada se había convertido en la sábana donde Momo arañaba y apretaba mi piel de manera desesperada. Nuestros pechos generaban fricción a causa de nuestros movimientos, era tan excitante. Las dos completamente desnudas, yo haciéndola mía como tantas veces soñé y me lo imaginé, ella gritando mi nombre y pidiéndome más – te quiero – me dijo mirándome a los ojos mientras seguía gimiendo – te quiero... Na... Nayeon... te quiero... ¡OH! – sentí como todo dentro de ella comenzó a contraerse y supe entonces, que estaba a punto de llegar.

-Momo – susurré en su oído – te amo – ella se aferró a mi espalda. Sentí sus uñas enterrarse en mi piel y su boca mordiendo mi hombro derecho justo antes, de que su último gemido saliera de su boca. Mantuve mis dedos dentro de ella hasta que los espasmos musculares terminaron. Los saqué despacio y deje descansar mi cuerpo encima del de ella. Podía escuchar como su corazón latía fuertemente y como su respiración trataba de normalizarse. Nuestros cuerpos estaban sudorosos pero eso, poco importaba.

Después de al menos, 3 minutos Momo comenzó a acariciar mi espalda con las yemas de sus dedos. Cerré los ojos para concentrarme en el movimiento del cariño – eres fantástica – habló después de unos segundos. Elevé la cabeza y la quede mirando directo a los ojos.

-¿A qué te refieres?.

-Sabes de lo que hablo.

-No, la verdad es que no lo sé – me encantaba jugar con ella.

-Tienes una boca exquisita – me beso lentamente – que me hizo delirar con cada roce que hacías allá abajo – sentí como mis mejillas comenzaban a ruborizarse – no puedo creer que te avergüences después de que me hiciste tuya.

Daño ColateralWhere stories live. Discover now