HUG A GEEK

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—¡Vamos! —exclamó Peter, alzando los brazos—. Un día como hoy es el día perfecto para hacer un maratón de Star Wars.

—¿Tú te piensas que no tengo vida? —preguntó Tony a modo de respuesta, tomando una rosquilla de la caja y dándole un mordisco.

Tony se concentró en la forma en que el glaseado de chocolate se le derritió rápidamente en la lengua. Le ayudó a contener la risa y mantener la cara de póquer ante la expresión de cachorro empapado de Peter.

Siendo sincero, sí le apetecía la idea, pero le apetecía aún más ver al bebé vengador montar un drama por no hacer nada especial el 25 de mayo.

—¡Oh, venga! Por favor, señor Stark... Solo no es lo mismo.

—¿Qué no es lo mismo? —preguntó Steve, entrando en la habitación.

—Ver un maratón de Star Wars. Solo —La palabra la dijo con tanta tristeza que a Tony por poco se atraganta de la risa. En breve empezaría a aullar de la pena.

—¿Star Wars?

—¿Tanto tiempo descongelado y aun no te has puesto al día, capi?

Steve observó a Tony con los ojos entrecerrados.

—¿Es la historia esa de las naves intergalácticas y las espadas láser?

Peter asintió efusivamente.

—No me llaman la atención esas fantasías absurdas.

Tony le habría dado una charla verbal tras semejante calumnia, pero el jadeo dramático de Peter fue mucha mejor respuesta. Observaba a Steve, que lo miraba desconcertado, como si hubiera dicho la mayor ofensa de la historia. Si Steve hubiera dicho que creía en el dios espagueti volador, a Peter le hubiera dolido menos.

—No puedo creer que haya dicho eso, y encima un día como hoy... Deshonra... Deshonra sobre usted, deshonra sobre su vaca y...

—No tengo ninguna..., vaca —dijo Steve sin entender.

Peter se llevó las manos al rostro, emitiendo un quejido.

—¿Qué le pasa? —preguntó Steve.

—Nada, que al millennial se le acaba de caer un mito. Como un niño que descubre el origen de Papá Noel el mismo día de Navidad.

—Esto es inconcebible —dijo Peter sin apartarse las manos de la cara—, IN-CON-CE-BI-BLE.

—Deja de soltar perlas de la cultura pop. No queremos que el cerebro del CapiReferencias se sobrecaliente como un procesador cascado.

Steve dejó pasar el insulto porque, pese a su confusión, la interacción entre los dos le resultaba demasiado divertida. Sabía que estaba en medio de un lío, pero no entendía cuál.

—¿Tampoco esa? —preguntó Peter, apartando los dedos de delante de sus ojos—. Pero si parece de su estilo, capitán.

—¿Qué? —preguntó Tony—. ¿Ahora quieres ver La Princesa Prometida?

—Si el capitán se nos une...

Ambos lo miraron y Steve se sintió como la peor persona del mundo al querer decir que solo había ido a la habitación a tomar un vaso de agua antes de salir. Su plan, en un día libre y tranquilo como aquel después de tanto tiempo, se centraba en ir a Central Park a ver a los artistas callejeros. Rindiéndose, suspiró y se encogió de hombros.

—No veo por qué no...

Peter pegó un salto, con una sonrisa de oreja a oreja.

—¡Le va a encantar, ya lo verá!

Hug a geekWhere stories live. Discover now