Capítulo XV: Karma

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−¿Qué te pasa? –le pregunta y rebota sobre un costado de la cama.

−¡Ana! –es que su rebote también le rebotó la cabeza– nada, ¿qué me va a pasar? Tengo sueño, dormí tres horas.

−¿Por qué?

−No sé si sabías pero estoy filmando una película –abre mucho los ojos al contárselo y Ana revolea los ojos.

−¿Llegaste tarde?

−Me acosté a las cinco de la mañana –todo lo responde con los ojos cerrados.

−¿Y por qué solo dormiste tres horas?

−Porque estaba pasada de revoluciones y no podía dormirme.

−¿Solo por eso? –como si todo lo supiera. Entonces Lali la mira– no sé, quizás estabas pensando en algo que no te podía dejar dormir… o es que estás haciendo tantas cosas que el estrés no te deja descansar.

−No estoy estresada y tampoco estoy pensando en alguien. Solo dormí poco –sentencia con seguridad y Ana se muerde la lengua– comamos y después buscá la ropa que quieras, ahora no tengo ganas de desarmar ningún placard.

−Okey… −de a poco se va levantando de la cama– tengo ganas de comer sushi así que le voy a decir a Pato para que llame –y encamina hacia la puerta– ah, y yo nunca dije que estés pensando en alguien, sino en algo –y se va estratégicamente, dejándola boyar en su propio inconsciente.

Luego de que Lali responde al ultimátum de Peter y de que ambos llegan a un acuerdo para continuar con su relación de compañeros fuera del ámbito laboral, todo se acomoda otra vez en su lugar. Él se mantiene al margen de relaciones serias, aunque interviene en la vida de alguna muchacha, hasta que conoce a Martina –porque sí, la conoció mucho antes de que todos nos enteráramos que estaban saliendo–, y ella continúa abiertamente con Benjamín, exponiéndolo en todas las redes sociales, en todos los eventos y en todas las entrevistas. Él le enseña a amar de una manera diferente, una mucho más libre y sin miedos –todo eso que ella tuvo en la anterior–, pero que también aprendió a aceptar a medida que iba creciendo. Se convierten en una pareja querida por el espectáculo aunque algunos de los fanáticos no lo creían así. En medio de todo es auge, Lali empieza a formar parte de una serie televisiva protagonizada por Adrián Suar y en la que se reencontró con Eugenia por un lapso corto a causa del embarazo que le determinó tomar la decisión de abandonar su papel para dedicarse a la maternidad; y también da por iniciado su proyecto musical como solista en donde expone esas primeras canciones que alguna vez escribió en su casa, en vacaciones o en hoteles de gira con la banda. E incluso, durante todo ése lapso, Peter continúa involucrándose en su vida porque así ambos lo habían querido. Así que mientras ella iba a verlo a los diferentes espectáculos en los que participaba, él también fue uno de los pocos que la visitó cuando lanzó sus primeras canciones del primer disco solista en La Trastienda. Y Benjamín acepta ese acuerdo desde un principio porque la libertad en el amor genera esas oportunidades, y también porque tampoco podía andar poniendo pretensiones después de haber sido testigo de toda su historia y también el tercero en discordia durante tantos meses. Pero Lali y Benjamín se empiezan a diluir de a poco, más precisamente cuando ella arranca a filmar su primer protagónico televisivo en el canal del sol. Y todo  ese diluido también tenía nombre y apellido.

−¡Acá están las papitas! –Morena sale de la cocina de Lali con un bol cargado de papas fritas. Ella está sentada de piernas cruzadas en el sillón y Juana imitaba su posición en el suelo mientras intentaba comer arroz con palitos chinos.

−Esto es una mierda –se queja a viva voz y revolea los palitos al punto de que uno impacte en la cara de Morena.

−Estás en Argentina, querida. Comé con el tenedorcito –le pide Lali y le extiende uno. Ella está entretenida revolviendo su chop suey de pollo– hoy después de que se fueron mis hermanos dormí todo el día. Me siento realizada.

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