Capítulo 1

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Como embajador, Louis Tomlinson era el representante de la cabeza de Estado en el país al que había sido asignado. Aquello no quería decir que siempre estuviera de acuerdo con el presidente, pero tenía que pretender que sí lo estaba. De todos modos, no pertenecía precisamente al club de fans del actual Presidente. De hecho, Louis siempre había sido un Demócrata bastante elocuente, así que estaba bastante sorprendido cuando fue asignado a reemplazar al embajador en Bélgica, que se jubilaba.

Incluso aunque gran parte de su trabajo se basaba en la traducción de las políticas Presidenciales para este país, que le hubieran asignado este puesto le excitaba. Era de veras un país pequeño, pero un país aliado. Sin mencionar que era muy interesante en lo que a diplomacia se refiere, no sólo porque la capital alojaba el cuartel general de la OTAN, sino porque la Comisión Europea también tenía su sede allí y era considerada la capital de la Unión Europea. El norte de Bélgica también albergaba el mayor puerto marítimo que era usado por los Estados Unidos para transporte militar, lo que significaba como para un bebé el ser mimado.

Por otro lado, Bélgica era conocida por ser un país terco que no seguía a los demás a ciegas. En más de una ocasión el antiguo embajador había necesitado calmar la situación de la relación transatlántica, así que Louis sabía que este trabajo le encajaba como un guante a su mano.

Esta noche era su bautismo de fuego. Ni si quiera había tenido tiempo de presentar sus credenciales al Rey Alberto II, como era costumbre para los nuevos embajadores, y ahora su Presidente estaba de visita y tenía la casa llena de gobernadores, oficiales y personal del Servicio Secreto.

La visita duraría tres días, y Louis sabía que con todas las recepciones y banquetes a los que tendrían que asistir, iban a ser los tres días más largos de toda su vida.

El banquete salió a la perfección, incluso aunque el embajador del Reino Unido se fuera a casa con una gripe terrible. Al menos esa había sido la explicación oficial. Después del plato principal, Eleanor se había dado cuenta de que estaba bastante borracho, así que había alertado a Louis, y él discretamente lo había sacado del salón y lo había mandado a casa en su coche con chofer.

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Como el Presidente y la Primera Dama eran invitados en la embajada, Louis y Eleanor tuvieron que quedarse en las habitaciones privadas de la embajada en vez de volver a su casa a las afueras de la ciudad.

—Esta noche ha sido perfecta. —Louis llevaba nada más que los pantalones de su pijama y se inclinaba sobre la puerta, observando a Eleanor quitarse el maquillaje. Sabía que entendería sus palabras como un "gracias por un trabajo increíble".

Se volvió para mirarlo a los ojos.

—Casi tuvimos un incidente diplomático. Afortunadamente, nuestro querido embajador inglés no objetó mucho por ser enviado a casa.

Louis se colocó tras ella y puso sus manos sobre sus delgadas caderas.

—A juzgar por su reacción, su asistente no estaba sorprendido. —Observó su elegante figura en el gran espejo del cuarto de baño.

Mientras saludaban a sus invitados del banquete había visto cómo los ojos de muchos hombres habían viajado a través del cuerpo de su mujer. Algunos de ellos incluso la habían mirado de forma lujuriosa, sin molestarse en esconderlo mientras les hablaba. Así que, ¿por qué nunca había conseguido conjurar esos sentimientos en sí mismo? La amaba, por supuesto. Era hermosa, eso también podía verlo, pero nunca había sentido la necesidad incontrolable de hacérselo encima de una mesa. Incluso al principio de su relación, hacer el amor había sido algo tierno y cariñoso, raramente apasionado y sin vergüenza.

Diplomacia (ls)Where stories live. Discover now