1 No lo nombres

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Llegaron ocultos en las sombras, en la noche.

Stokka, la aldea de las wiccas, fue profanado por los guerreros de lord Mihr.

Las llamas consumieron los techos de paja.

Las brujas mas antiguas fueron degolladas, las mas jovenes fueron violadas y luego quemadas vivas en improvisadas hogueras.

Vir, la más joven, pudo librarse a tiempo, de la muerte.

Los guerreros de lord Mirh comandados por su Capitan Clend de Grau llegaron ocultos por la nieve espesa de la noche.

cubiertos con sus capas aguardaron a una distancia prudente alrededor de Stokka, en el silencio más absoluto.

La noche avanzaba con pereza.

Vir regresaba de una tarea encomendada a las afueras de la aldea cuando su corazón sintió una congoja inexplicable.

- ¿Qué ocurre? - le pregunto Breia, su maestra, una wicca mas antigua.

Vir se habia quedado paralizada, sus ojos se volvieron blancos como la luna que esa noche se ocultaba entre nubes espezas.

- Son demasiados. debemos llegar ya - gritó mirando a Breia.

Ambas corrieron subiendo la montaña.

Entre sombras Clend de Grau aguardaba su momento.

Mirando expectante las chozas que en forma circular rodeaban una hoguera wicca.

una voz femenina,  siniestra, un susurro rasposo, un gemido ahogado

- Ahora. es el momento -

El susurro erizaba la piel del capitan, pero lo soportaba.

Un ademan y sus soldados se adentraron en la aldea.

en las chozas empuñando sus espadas que goteaban sangre de un primer cordero del solsticio de verano, la unica forma de acabar con una wicca.

En silencio una a una las wiccas fueron muriendo.

- Vamos! más a prisa! - gritaba Breia ya sin voz mientras subian por la montaña.

- Espera, mira! - Vir señalaba la cima de la montaña. el resplandor naranja y el humo les advertia de lo que verian después.

Corrieron un tramo más y breia agitada detuvo a su aprendiz.

agitó las manos sobre su cabeza y Vir sintió cómo el mundo se alentecia.

- Ven - dijo breia cubriendo a Vir con su capa.

No podran vernos.

los soldados, bajaban la montaña a paso intranquilo, habian acabado con una de las cinco aldeas wiccas del reino.

Frente a la hoguera el capitan y una silueta oscura rodeada de una especie de humo contemplaban su tarea concluida.

- Y Vir, hagas lo que hagas, no lo nombres por más que...-

- No lo haré... -

las dos mujeres enmudecieron.

un escalofrío recorrió sus espaldas.

- Que nombre a quien? -

esa voz que susurraba en el oido del capitan ahora, paralizaba sus cuerpos


Secretos de un imperioWhere stories live. Discover now