El gato que fue criado por liebres

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Hase, era una vieja liebre que vivía en una madriguera en un enorme campo junto con su esposo, Hare. Ambos habían tenido una gran familia, pero sus hijos, habían tomado rumbos diferentes, dejando a sus padres solos en aquella pequeña madriguera.

Una tarde, mientras Hase salía con su cesta a recoger algo de comida, pues el invierno se acercaba, escuchó un extraño ruido.

–No te metas Hase –se dijo la vieja liebre, pues, a pesar de su edad, era bastante curiosa –déjalo pasar– siguió de largo con su cesta, pero el aquel ruido, parecía seguirla.

Vencida por la curiosidad, dio media vuelta y siguió la dirección del sonido, que pronto se convertiría en un maullido. Casi había llegado a la carretera, cuando vio a un pequeño gato de un color pardo, acurrucado en la hierba, temblando de frio. Hase, movida por su instinto maternal, se inclinó sobre el animalito y lo tomó entre sus brazos.

–¿Quién fue capaz de abandonarte? –dijo dirigiéndose al pequeño gato, y este maulló. Ella lo colocó en la cesta y lo envolvió con la manta, que estaba destinada a envolver las provisiones. Dando unos brincos, se dirigió nuevamente hacia su madriguera –«mañana durante la mañana, saldré a recoger las provisiones» –pensó

Una vez en la madriguera, se encontró con Hare. El viejo esposo de Hase, aún trabajaba en un campo cercano junto con otras liebres, así que para esa hora de la tarde, ya se encontraba en su hogar.

–Hase, querida, he traído un poco de heno y unas zanahorias para cocinar una buena sopita y... –pero Hare, escuchó el maullido que provenía de la cesta de su esposa, ladeó su cabeza y miró a Hase – ¿Qué es ese ruido? –inquirió.

El esposo, parecía sobresaltado por aquel maullido. Hase lo miró, y sus ojos se dilataron.

–No podía dejarlo allá afuera en el frio –dijo, destapando la canasta y dejando ver al pequeño gato pardo. Hare se acercó, y el animalito miró con sus enormes ojos a ambas liebres.

–Hase, sabes que estamos muy ancianos para hacernos cargo de un crio –Hare no estaba molesto, pero si preocupado. No era de sorprenderse, quizás también tenía miedo, después de haberse quedado solo con su esposa, olvidado por todos sus hijos –además es un gato, no sabemos qué es lo que pueda hacer.

–Es un bebé –reclamó su esposa –si lo criamos bien, puede cambiar...

–Está en la naturaleza de un gato ser salvaje –argumentó el esposo.

–Por favor, no podemos dejarlo afuera, el invierno casi llega –pidió Hase en tono suplicante –por favor– dijo nuevamente. Hare suspiró, cerró sus ojos y dejó caer sus largas orejas hacia atrás. Finamente dijo:

–Está bien –Hase sonrió y abrazó a su esposo con alegría.

–Prepararé esa sopita de heno para celebrar –la liebre le tendió la canasta a su esposo y este, tomó al gatito entre sus brazos. Al sentir el calor de Hare, el gato comenzó a ronronear y el corazón de este, se llenó de emoción.

Hare y Hase, decidieron llamar al pequeño gato, Kutt. Así fue que, después de ser abandonado cerca de la carretera, Kutt encontró una nueva familia. El gato crecía muy rápido, alimentado no sólo de comida, sino del amor que sus padres adoptivos le daban.

Cuando el gato creció, Hare le enseñó a trabajar en los campos de heno, siendo hábil para este trabajo, mientras que Hase, le enseñaba a comunicarse con las otras liebres. Aun así, los demás no estaban del todo contentos teniendo un extraño dentro del campo de liebres, pues pensaban que en cualquier momento, Kutt se tornaría salvaje y causaría destrozos.

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