—Está bien—se resignó, haciendo un gesto con su mano indicándole al chico que saliera—. Que sea rápido.

—Sí, háganlo rápido en el baño—se burló Tommy—. Porque con los gritos de Bryanne no podré terminar el examen.

Mordí mi labio con fuerza, ya había soportado bastante de ese idiota y las risas de mis compañeros no eran más que un impulso para que golpeara su cara hasta el amanecer.

Con pasos rápidos y humeando de rabia llegué hasta su asiento viéndolo reír como un maldito desquiciado. Y su dentadura nunca antes fue tan hermosa como para que quisiera hacerla desaparecer diente por diente.

Golpee su nariz provocando que la cubriera en un acto de reflejo y también soltando gemidos de dolor cuando ésta se transformó en dolor puro, que en minutos goteaba sangre sobre el banco.
Y sin estar satisfecha lo tomé de su chaqueta para que se levantara, ahora escrutándome con la mirada como si lanzara cuchillos.

—Eso es por ser una mierda—volví a golpear su nariz—. Esto por ser un machista—insulté dándole una patada en sus partes íntimas—. Y eso por ser un completo idiota.

La gente alrededor reía mientras que otros miraban atónitos, incluso más que el profesor que de tener la boca tan abierta pareciera que le entrarían demasiadas moscas.

Rodé mis ojos al ver a Tommy retorcerse en posición fetal, claramente doliéndole la zona del pequeño Tommy (dudó que lo tenga de todas formas) y sin otra opción le abrí paso al profesor mientras me retiraba del salón; fijando mi vista en la persona que buscaba.

Billy comprendió mi mirada autoritaria e imitando mi cara de pocos amigos me siguió hasta salir de la clase repleta de drama.

—¿Qué quieres?—suspiró pesadamente dejándome claro que no tenía interés en la charla.

—¿Qué que quiero?—reí amargamente—. ¡Que me expliques porqué mierda se enteró todo el mundo de lo de ayer!

—Si lo supiera te diría pero ya que no lo sé, lee mis labios—inclinó su rostro hacía mí—. Deja-de- molestarme.

—¿Me lo dices a mí?—pregunté incrédulamente—. Eres tú el que me molesta desde que llegaste aquí.

—¡Y es porque eres...Irritante!

Negué con mi cabeza en una sonrisa mordiendo mi labio, llena de gracia por lo que me había dicho. O más bien la mentira que había dicho.

—¿Irritante? Oh dios, cómo me hieres.

—¿Lo ves?—me señaló por un segundo—. ¡Ahí está! No puedes dejar de ser tan sarcástica.

—Interesante cuéntame más.

—Eres la persona más infantil que conocí en la vida—admitió—. La más orgullosa y no te das cuenta pero te estás mintiendo a ti misma.

—¿Ah, sí?

—Sí, tenía razón sobre ti—dijo con su voz arisca.

—¿Con qué?—pregunté.

—Con que eras igual a todas.

—Claro ¿Igual qué todas con las que te acostaste este mes?—volví a preguntar—. ¿Igual que todas ellas?

Eso había sonado como una total escena de celos, y era lo que menos quería porque estaba en un estado genuino de furia.

Ya no recordaba la última vez en la que reíamos por horas y horas.

—Igual que ellas—respondió—. Yo te lo dije, tarde o temprano ibas a convertirte en la mismísima copia de ellas.

Entrecerré mis ojos y luego reí, escuchando a Billy suspirar mientras que su cabeza de meneaba de lado a lado.

—Cree lo que tú quieras pero no me parezco en nada a ellas.

—No puedo decirte que pensar y mucho menos con el nivel de orgullo que tienes—río cínicamente—. Pero ayer eras exactamente igual, sexo y me voy ¿Verdad?

—¿No se supone que eres tú el que hace eso?

Tiro su cabeza hacía atrás y rodando sus ojos caminó hasta su salón, dejándome con la palabra en la boca y una sonrisa divertida.

Lo vencía pero no sentía esa clase de felicidad al dejarlo callado, porque caía en cuenta de que todo se trataba de un cambio de roles.

Yo era quien se transformaba en la cínica y él se dejaba vencer con tal de no lidiar conmigo, tal cual eran Bryanne y Billy hace un par de días.

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PURE | Billy HargroveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora