10. La Confesión

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Abrí la puerta de par en par. Lo primero que noté fue la enorme cantidad de botellas de alcohol esparcidas por todo el lugar. Era imposible que toda esa cantidad se lo hubiera bebido ella sola. Habían botellas abiertas que se encontraban en el suelo y su interior desparramado por el suelo y alfombras. Habían marcas de como si hubieran lanzado un vaso de vino a la pared y hubiese quedado marcado el líquido encima. Cerré la puerta y caminé sin hacer ruido hasta la mesa de centro en donde se encontraba la mayor cantidad de botellas. Encima de esa mesa, también habían bolsas de pastillas, marihuana y una bandeja que no tenía absolutamente nada. Caminé por el primer piso del departamento y estaba completamente desordenado. ¿Había estado sola? ¿Seguirá acá?.

En ese preciso momento cuando mi cabeza comenzaba a pensar en lo peor sentí un sonido que provenía del segundo piso. Era música romántica a un volumen moderado. Decidí subir las escaleras sin hacer ruido. Al llegar arriba había un pasillo en donde podías encontrar vasos y botellas de cervezas vacías ¿Cómo le podía caber tanto alcohol en su pequeño cuerpo?. Seguí el camino a través del sonido de la música que provenía de la última habitación de la casa. Me asomé por la puerta para ver de quien se trataba y era ella.

Aunque estaba dándome la espalda sabía perfectamente que era ella. Vestía solo una camisa de hombre blanca que le quedaba larguísima. A través de la luz del sol pude darme cuenta de que llevaba ropa interior. Mientras la miraba dejo caer su brazo derecho y noté que en su mano tenía una botella de vodka. Comencé a caminar hacia ella de manera cautelosa, no quería que se diera cuenta de que había entrado hasta que ya me tuviera frente a frente. Extendí mi brazo despacio y de un movimiento le arrebaté la botella.

-¿Por qué me quitas la botella? – por sus palabras me di cuenta de que quizás no estaba sola, pero no le presté atención. Su cara se transformó cuando se dio cuenta de que había sido yo quien le había quitado su botella – Momo – la voz a penas le salía.

-Hola – Nayeon tría la blusa desabrochada así que pude darme cuenta que su ropa interior era blanca - ¿Tuviste de fiesta? – ella no decía nada, simplemente me miraba – Te hice una pregunta.

-¿Qué haces acá? – preguntó confundida. Pude notar el olor a alcohol que emanaba de su interior cuando me habló pero, no estaba borracha. Probablemente había despertado recién y estaba algo, algo repuesta.

-Te vine a buscar.

-Te dije que no iba a volver, no tenías por qué molestarte – Nayeon paso por mi lado derecho y la agarré de su brazo. La obligué a mirarme – suéltame – sus ojos estaban rojos y su expresión había cambiado de sorpresa a rabia.

-No te voy a soltar, tenemos que hablar.

-No tengo nada que hablar ni contigo ni con nadie.

-Estas siendo injusta.

-¿Injusta? ¿Yo injusta? Es mejor que te mantengas callada si no sabes de lo que estás hablando.

-Si sé de lo que hablo – solté su brazo y simplemente nos mirábamos – Si el estrés laboral por ser parte de Twice hizo que volvieras a beber eso se puede arreglar, conversar. Podemos pedir más vacaciones y así no te estresas tanto.

-¿Qué mierda estás hablando Momo?.

-De eso, se que tienes un problema con el alcohol – no dijo nada – la gente de producción nos contó ayer, dijeron que era hora de hacerlo.

-¿Crees que mi problema es por el estrés laboral?

-Si, las chicas igual están dispuestas a luchar para que no trabajemos tanto y tu no vuelvas a recaer – sonreí pero no obtuve respuesta.

Daño ColateralWhere stories live. Discover now