Los jóvenes burgueses
de Buenos Aires,
atraídos por el encanto de la noche y la insolencia que sonaba
como pequeños cascabeles.Distrajeron a los transeúntes
con el ritmo colosal
del dos por cuatro.
Se decretó una fiesta,
donde las arrabaleras perfumaban a sus víctimas con incienso.Aprovechando la coyuntura,
fui a enjuagarme los ojos turbios
y caí en el lecho con la boca reseca. La sorda vibración no terminaba, sin ofender cometí errores
y me arrojé hacía el precipicio.
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𝙍𝙖𝙣𝙙𝙤𝙢 𝙘𝙤𝙢𝙥𝙪𝙩𝙚𝙧
PoetryMis secretos convertidos en poesía. Cuando tenía todas las respuestas, cambiaron todas las preguntas.