—Lo siento —susurró el chico con sinceridad—. Shhh. —Podía sentir su mano pasando por sus cabellos en un intento por tranquilizarla—. Lo siento —Harry repitió—. Lo siento.

La castaña alzó su vista y se apartó de él inmediatamente, sacudiendo su cabeza y limpiándose toscamente las lágrimas de sus mejillas—. No importa. Ni siquiera me crees.

—Hermione s-si te creo.

OoOoOoOoOoOoOoOoOoO

Draco miró distraídamente su mano por quinta vez consecutiva ese día.

Estaba sentado en una de las sillas de la sala común de Slytherin, tratando de leer Las artes oscuras, belleza y poder. Había bastantes maldiciones que podría usar, pero no podía concentrarse en lo que estaba leyendo.

Aún no podía imaginarse a sí mismo dejando a esos tres idiotas tan fácilmente, cuando había estado tan enfadado... cuando había estado tan seguro de que iba a matarlos.

Y aun así, no lo había hecho.

La sensación de su mano sobre la de él había tenido un intenso efecto. Siempre sabía cómo calmarlo.

Su mano volvía a estar... fría, como si estuviera muerta.

Pero cuando ella la sostuvo no había estado fría...

—Blaise. —Su voz había salido con una alarmante e inquietante suavidad. Draco ni se molestó en mirarlo—. Las personas tienen corazón, ¿verdad?

Blaise lo miró confundido, encontrado extraño que alguien como Draco Malfoy, preguntara algo tan inapropiado.

—Sí —respondió en un susurro—. Claro que sí.

Draco se detuvo unos instantes. Parecía perdido en sus propios pensamientos. Sus ojos aún seguían en el libro, pero Blaise tenía la sensación de que en realidad no estaba leyendo. Volteó una página distraídamente, quebrando el silencio con el ruido de la misma—. ¿Personas como Pansy, Crabbe o Goyle? —dijo.

—Sí.

—¿Y tú también?

Blaise lo pensó unos instantes, evaluando sus acciones pasadas—. Sí, supongo que sí. —Respondió. Sus ojos miraban a Draco. Sentía curiosidad por ver a donde se dirigía el chico con todas estas preguntas. Finalmente Draco lo miró, con su rostro desprovisto de toda emoción.

—¿Qué tal yo? ¿Crees que tengo uno?

La pregunta sorprendió a Blaise con la guardia baja. Debe ser una broma, pensó. Pero la expresión en el rostro de Draco no era de broma. Blaise no podía evitar mirarlo atontado.

—N-no lo sé. —Fue todo lo que pudo decir. Estaba completamente aturdido.

Era una respuesta cruel, verdaderamente, pero era la verdad. Draco era despiadado y malvado en todos los sentidos. Blaise sabía que Draco había matado y torturado sin piedad en repetidas ocasiones. ¿Y ahora quería saber si tenía corazón?

En el nombre de Salazar, ¿qué es lo que está ocurriendo?

Este era Draco. A él nunca le interesaba nada.

Draco le miró por un largo tiempo... y luego sus ojos grises miraron sus propias manos. Parecía preocupado y confundido por algo. Blaise desesperadamente quería preguntarle, pero no lo hizo.

Luego de lo que pareció una hora, Draco cerró el libro y se levantó de su asiento.

—Olvida lo que dije —respondió abandonando la sala.

Sus hermosos y aterradores ojosOnde histórias criam vida. Descubra agora