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Una vez mas había que volver a la rutina,  y Danna sentía una presión muy grande. Había una chica, eran amigas... o algo así. Los últimos dos años se había esforzado por aceptar su mal carácter, su forma de hacer sentir menos a los demás. Pero todo esto ya la había sobre pasado. Durante la cena le comentó todo a su madre, y ambas coincidieron en que lo mejor era cortar este lazo que no le hacía bien a ninguna de las dos. Era un momento muy difícil para ella, una amistad es complicada de terminar, todas las risas, los secretos compartidos, las pequeñas cosas, eso nunca se iba aunque se distanciaran. 

La noche pasó, y de nuevo Danna se encontraba frente a ese enorme edificio que supuestamente la preparaba para el futuro. Llevaba su auriculares, como siempre, esta vez parecía que todas las canciones eran tristes. Sus ojos buscando a una chica. Cuando la encontró, le pidió hablar en un lugar mas privado.  Le explicó sus motivos, sus sentimientos, y le pidió terminar su amistad. "Menos mal que me lo dijiste, ya me había cansado de ser tu amiga". Las palabras cortaban en su interior como cuchillos. Con una sonrisa se dio la vuelta, y las lágrimas no tardaron en aparecer. Cómo era posible que le dijera eso, ella se había preocupado toda la noche buscando las palabras correctas para no herirla y ella simplemente le dice que la tenía cansada. Para Danna, aún con sus errores y defectos, una amistad es un lazo que te une a una persona, y quieras o no si esa persona es tu amigo ocupa un importante lugar en tu vida, y ahora resultaba que todo lo que había sido para ella era una molestia. 

Hace dos años Danna llegaba a un nuevo colegio, cuando Caroline con una sonrisa se acercó a ella, le mostró el lugar y le ayudó a adaptarse. Aún sin ser consciente de lo que hacía, le ofreció a Danna la oportunidad de reiniciar su vida, olvidando todo lo que le había sucedido. Danna le reveló su pasado, le contó sobre cómo la habían acosado en su colegio anterior, sobre la pelea que había tenido con su padre y que hacía dos meses no lo veía, también le contó que se había enamorado de un chico, que parecía el típico chico malo pero que era muy dulce y cómo él había desaparecido de la nada. Le contó todo sobre ella, absolutamente todo. Se volvieron amigas, pero el carácter de Caroline comenzó a ser muy malo, era violenta, ya no guardaba secretos, la humillaba. 

Danna pensaba en todo lo que habían compartido, le dolió lo que le dijo, le dolió decirle adiós, sentía dentro el dolor de perder a un ser querido pero con la diferencia de que ahora este dolor volvería cada vez que se cruzaran en los pasillos. Con la cabeza gacha, la chica recorría el pasillo  hasta su salón.

 -¿Por qué tienes esa cara?- Al levantar la cabeza se encontró con Santiago. Las lágrimas aún rodaban por su rostro.

-No entiendo cómo es posible que las personas dañen a otras a propósito, cómo puedes mirar a alguien a los ojos y simplemente decirle que nunca te importó; cómo, después de todo, alguien puede tener el valor de destrozar a otro; eso puede compararse a asesinar a una persona mirándola a los ojos y sonriendo- otra vez se miraban directamente a los ojos, él no decía nada y ella no tenía nada para agregar. Ella intentó retomar su camino, pero él la tomo de la muñeca. 

-No olvides que hay asesino que se arrepienten de lo que hicieron-

-Sí, pero no pueden devolverle la vida a sus víctimas- soltándose de su agarre volvió a caminar, mirando al frente y pensando si Caroline realmente se arrepentiría de haberle dicho eso.

Las horas de clase se pasaban cada vez mas lento, en sus apuntes Danna solo tenía garabatos, y una vez mas su mirada estaba clavada en la ventana. Afuera había día hermoso, podía volver a casa caminando. Esperaba con ansias el timbre que anunciaba su libertad. Ni bien lo escuchó, guardó sus cosas apresuradamente y salió del salón. 

Nada puede compararse al dolor ocasionado por un corazón roto, incluso cuando no se debe a un amor sino a una amistad. Esas personas a las que les confiaste todo y luego simplemente te fallan son las peores. Aún así, es imposible no sentirse culpable por las decisiones tomadas por otras personas. Ese día había descubierto que una amistad unilateral es aún peor que un amor no correspondido. Que aquel que te dice las cosas de frente, aunque duelan, es mucho mas valiente que aquel que va por atrás, y que por mas que ella hubiese hecho todo lo posible por continuar esa relación, una vez que la terminó fue como si le quitaran una venda de los ojos.

Hay palabras que nunca deben ser dichas, y hay otras que aunque duelan necesitan salir. El hecho de que ella no fuese importante para Caroline no era mas que una lección que la vida le estaba enseñando.

Ahora, al abrir la puerta de su casa, estaba abriendo una nueva oportunidad de conocer a otra persona o de volver a conocerla pero de una forma diferente.

A un error de distancia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora