1.|| Tenías que ser un Potter

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—¿Quién en su sano juicio querría violarte, hijo?

—¿Quién en su sano juicio deja a su hijo ir solo a Polonia antes de la mayoría de edad? —Harry Potter soltó una carcajada.

—Yo no te dejé. No es mi culpa que tus estornudos suenen como estaciones del tren —James hizo una mueca de enfado mientras su papá seguía ahogándose de la risa.

—¡Tampoco es mi culpa que el Ministerio ya permita el tránsito por Red Flu entre todas las estaciones de tren del mundo!

Esa mañana, cuando iban a salir a King's Cross mediante polvos Flu, James estornudó antes de decir el lugar a donde debía ir, y de alguna forma y otra, este sonó idéntico a "Dworzec PKP", el cual de hecho sí resultó ser el nombre de una estación de trenes... en Polonia.

Nunca nada me sale bien.

—Papá —lo llamó, pero Harry seguía llorando de la risa—. Papá... pa... papá... Potter...¡Harry!—gritó y por fin su padre volteó a verlo—. Madre mía pero si parece que... —tomó aire y negó con la cabeza—. Voy a llegar tarde y el tren me va a dejar si no nos vamos ya. A menos que quieras que te haga segunda, robe tu auto y lo estrelle contra el sauce boxeador, tenemos que irnos ya —Harry limpió lagrimas que habían salido por la risa, y tomó a James para poder hacer una aparición en Kings Cross en el andén 9 3/4.

—¿No podrías estrellarte tú contra el sauce y dejar a mi auto en paz?

La sensación normal de vértigo apareció, indicándole a James que estaban apunto de aparecer en el andén.

Al momento en que sus pies tocaron el piso, sintió un golpe en la espalda que provocó que se fuera de cara al suelo, apenas deteniendo la caída con sus manos.

—¡Oh por Merlin! Lo siento mucho —pidió alguien a espaldas James, quien se giró y se levantó, sacudiendo el polvo sobre sus jeans—. ¿Te encuentras bie...? ¡Ah, no! ¡Olvídalo!

—¿Eh? —preguntó, desorientado.

—Tenía que ser Potter el que estuviese estorbando a mitad del andén, ¿verdad? Ni siquiera me sorprende.

James reconoció la voz y bufó por lo bajo con evidente fastidio.

—También es un placer verte de nuevo, rubia —susurró él guiñándole.

Una extraña sonrisa se dibujó en el rostro de la chica.

—Eso ya lo sé —dijo, empujando con el pie el baúl que amenazaba con deslizarse fuera de su carrito—. Pero ahora mismo, si yo fuera tú, iría a por mis cosas porque al parecer alguno de tus ingeniosos hermanos decidió botarlas por ahí, y creo que alguien quiere robarla. Ahora, fuera —James de inmediato giró la cabeza en busca de su baúl.

—Hijo de... —maldijo antes de correr hacia el punto donde ella había señalado, viendo a un chico rubio comenzar a esculcar entre las cosas—. ¡Suelta ahí, rufián!

—Wow, relájate —exclamó alzando las manos—. No te veo hace apenas dos meses y me olvidas por completo, ¿verdad? Pero uno se quiere llevar tus cosas y casualmente te acuerdas de mi existencia.

–Bájate de tu papel de novia celosa, Scamander.

—A callar, mujer.

La chica con la que James había chocado anteriormente rodó los ojos y se alejó de allí, alcanzando a su familia.

—¡Lysander! —reconoció James después de dos segundos de desconcierto. La realidad era que se encontraba exactamente igual que hacía unas semanas como para justificar que no lo hubiese reconocido.

Memories after allWhere stories live. Discover now