Capítulo 11: Mentiras forzosas.

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- No tengo otro. – dije mirándola con desconcierto.

Era el mismo bañador que había usado esta mañana, uno deportivo y clásico. Sussan salió corriendo de la habitación y vino con todo un cajón de su mesilla de noche, en sus manos. Lo volcó encima de la cama y comprobé que estaba lleno de bikinis de toda clase y colores.

- Coge los que quieras, son todos del año pasado y ya no me los pongo. – me dijo haciendo un gesto con los hombros. – Y no, antes de que lo digas, no puedes ir con ese horrendo bañador de abuela.

No sé porque la hacía caso, pero acabé escogiendo uno de color blanco con un corte de pico, muy sencillo y poco cómodo para una pelea. También cogí uno negro algo más cómodo, parecía ajustarse mejor al pecho y era estilo sujetador.

- Toma, coge este, sienta muy bien y al menos tiene algo de color. – dijo lanzándome una mirada de desaprobación y entregándome un bikini con diferentes tonalidades de rosa.

Lo dejé junto con la ropa de mañana, aun no había decidido cuál de los tres me iba a poner pero me daba igual, la verdad. Sussan volvió a meter todos los bikinis en el cajón y se fue con ellos, no sin antes decir:

- Ten mucho cuidado mañana, ¿quieres? Aunque todas estemos loquitas por él, no es alguien a quien te gustaría tener cerca en momentos malos. Intenta que no te guste más de la cuenta. – dijo con sincera preocupación, tanta que me dejó sin palabras, no supe que contestar y en lugar de eso, me quedé parada como un pasmarote. – Buenas noches prima.

- Buenas noches, Suss. – dije al cabo de unos segundos.

Me quedé un buen rato en la cama mirando al techo, pensando en las últimas palabras de mi prima. Yo debía de confiar en que él estaría en los momentos malos, el futuro de todo el mundo dependía de eso.

Al final el sueño me pudo, ni siquiera el nerviosismo por montar en moto consiguió mantenerme en vela.

WILL/KAI

El despertador sonó y empecé a moverme por mi habitación con sumo sigilo. Me vestí con unos pantalones largos donde debajo llevaba un bañador. También me puse una camiseta de manga corta blanca y mi chaqueta de motorista. Espero que Eve haya cogido el bañador, porque tenía planeado un buen chapuzón en el mar.

Una vez listo me dirigí al balcón y tal y como había hecho ayer, bajé por una enredadera que daba al jardín de atrás. Aunque sabía que todo el mundo dormía, pasé agachado por las ventanas, por si acaso alguien se levantaba a por agua.

Fui andando por los bordes de la finca, pegado a los arboles y ocultándome bajo las sombras que provocaba el resplandor de la luna y las farolas.

Llegué a la verja y como suponía, estaba cerrada. Era una verja de dos metros de alto, difícil de saltar pero no imposible. El mayor problema era pasar una pierna hacia el otro lado, ciertas partes delicadas corrían peligro ahí. Pero no era mi primera vez y ya sabía el mejor sitio donde hacerlo. Y lo hice.

Ni siquiera me demoré un segundo, no quería llegar tarde y que ella pensara que no iba acudir. Me subí a la moto y la di gas, haciendo entender a toda la casa que ya no estaba ahí. Una fugaz sonrisa se posó en mis labios al imaginarme a mi padre sobresaltado por el ruido de la moto y corriendo a mi habitación para comprobar que no estaba en ella.

Conduje sin prisa hacia la casa de los tíos de Eve, iba bien de tiempo y tenía que practicar la conducción lenta para cuando llevara a Eve de paquete. Aparqué cuatro casas más lejos de la suya y me acerqué caminando. Pero no caminé mucho, ya que una chica rubia, alta y de largas piernas, con una belleza que dejaba a la luna a la altura del betún, se acercaba hacia mí.

Saga Elementos III: AguaWhere stories live. Discover now