3. La friki en el camino

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De todo el grupo, después de mí, Edén siempre había sido la más sensata. La diferencia, es que ella siempre había sido valiente y había minimizado cada situación que a mi o a Cinthia nos hubiese puesto ultra-hiper-mega nerviosas, algo que no pasaba siempre que nuestros crushes estaban cerca. Odiaba pensar que, en realidad, la nueva Serena sí tenía confianza suficiente como para hacerse amiga de Luca, pero que había ciertos problemas de por medio.

—No me quejo.

—Si no le hablas antes de terminar esta semana, oficialmente dejaré de hacerte caso cada vez que suspires por él.

—Oye. —Me giré totalmente hacia ella. Pasé una pierna por el otro lado del banco en el que estábamos sentadas y alcé un dedo, tratando de mantener el orgullo—. No soy cobarde, ya no. Y no suspiró por él. Tengo miles de problemas, Ed. Tantos que acercarme a Luca a veces presupone un esfuerzo que no puedo manejar.

Edén frunció el ceño. Me miró bien raro.

—Problemas que no nos cuentas y esfuerzos que no entiendo —replicó.

—No puedo decírtelo —admití, con un suspiro—. Me gustaría hacerlo. Pero al lado de Norita, la frikeadita, lo que yo me guardo es más parecido a una bomba nuclear, ¿entiendes?

—La verdad es que no.

Suspiré y bajé la cabeza.

—Edén, en serio, todo es muy difícil y acercarme a Luca depende...

—¿De qué?

—De algo.

Mi amiga se cruzó de brazos y alzó las cejas.

—Ya, claro, muy instructivo. Sere, si realmente no quieres quedarte así por el resto de tu vida, entonces arregla ese algo y ve a construirla.

Se marchó, un poco molesta, con justa razón después de haberle dicho que no podía contarle nada. Seguro debía sentir que no confiaba en ella, pero yo creía que si le llegaba a decir la verdad, iba a ser mil veces peor e iba a enojarse mucho más.

Me quedé sola, mirando el espacio vacío frente a mi y me incliné hacia delante hasta apoyar los codos en el banco donde estaba sentada y las mejillas en las manos. Quizás el consejo de Edén tenía más sentidos aplicables del que ella consideraba, pero no sabía cómo resolverlo y no siempre dependía de mí. ¿Dónde iba a encontrar tantos seres humanos despreciables antes de que terminara la semana? Iba a necesitar como una docena.

Ignoré a Nora y a Luca más allá y me levanté, también. Quizás me serviría, de momento, ir a quejarme con Cinthia, porque debía estar igual de molesta con Norita que yo. La encontré en el baño, mirándose la cara y preguntándose en voz alta cómo podía dejar de ser tierna.

—Necesito tetas —murmuró, notándome junto a ella.

—Nah —dije, pero Cinthia no me escuchó.

—Soy plana. Soy como un bebé. Él lo dijo. Si a los chicos les gustan las chicas, es por sus cuerpos.

Me apoyé en la pared y me observé, pensando repentinamente en lo mismo. Era delgada, como ella, solo un poco más alta, pero agradecía tener los senos que Cin no. Era algo de mí que siempre me había gustado, al igual que mis piernas. Eso también solía gustarles a los autonombrados cazadores nocturnos. Pero con Luca no funcionaba de la misma manera —gracias a Dios, en verdad— y el resto de mis atributos no funcionaban tampoco con otros chicos, a mi parecer. No era tan perfecta como Nora.

Suspiré y apreté los labios.

—Edén tiene razón.

Cinthia levantó sus ojos claritos hacia mí. Sí, era toda una muñequita.

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