- ¿Ya llegó? -susurró Alex y el cuerpo de Jenna reaccionó por el susto.

- ¿Quieres matarme? -lo acusó, con una mano en el corazón.

-Disculpa -él le tendió la mano para ayudarla a ponerse de pie ya que se encontraba agachada, a la altura de su hijo.

-Sí, hace unos minutos -contestó a su respuesta, tomando su mano y colocándose de pie -. Al parecer hicieron muchas cosas que por eso llegó tan agotado -sonrió mirando como Alex lo cargaba en sus brazos.

-Me alegra mucho que Angelina tome el papel que le corresponde. Federick está muy contento con ello. Le hace bastante bien -sonrió, besando la frente su niño y llevándolo a la habitación.

Jenna se sentó en el sofá y quedó con la mirada perdida en el suelo, abrazándose a sí misma. Claro que estaba alegre porque Federick estaba forjando una relación con su madre pero por otro lado, Alex nunca había visto tan maternal a Angelina, tan dulce, en cierto modo, claro; y eso la hacía sentir insegura. Pero él no olvidaría la tracción de ella...

...¿O sí?

De todas formas, tendría que estar preparada en el hipotético caso de que Alex volviera con su esposa. Debía empezar a ver algún alquiler barato para mudarse si es que aquello llegase a suceder.

-¿Jenna? -Alex volvió de la habitación y ella lo miró con una sonrisa -¿vamos a dormir? -sonrió también.

Ella asintió con la cabeza y se puso de pie de un salto.

Alex la tomó de la mano y ambos abandonaron el salón.

***

Eran casi las dos de la mañana y Zoey se mantenía despierta, observando la espalda desnuda de Ryan quien dormía profundamente a su lado; la tenue luz de la lampara resaltaban perfectamente cada lunar oscuro de su espalda, parecía un cielo estrellado...lo que daría por besarlos. Ella se recostó cuidadosamente sobre su codo derecho, para no despertarlo. Trataría de acariciar su espalda sin que se diera cuenta. Habían tenido relaciones sexuales, si, pero lo que ella sentía en ese momento era más que una simple "calentura" se le aguaron los ojos de lagrimas con ese pensamiento, no... no quería enamorarse de Ryan.

Mantuvo la mano izquierda un largo tiempo tendido en el aire, dudando, pensando, al final retiró la mano, no lo haría. Estaba dispuesta a acostarse nuevamente cuando su voz la detuvo.

-Hazlo... -Él pidió.

Ella lo miró sorprendida, tenía los ojos abiertos, mirándola fijamente. Su corazón comenzó a latir más rápido y los colores se le subieron a la cara, que vergüenza, la había descubierto. Ella no dijo nada, solo se quedó ahí, mirándolo.

-Quiero sentir la suavidad de tu mano recorriendo mi espalda -pidió en voz baja, temiendo en ofenderla, ella se molestaba por cualquier detalle.

Ella abrió la boca para poner alguna excusa patética ¿para qué? prefirió callar y acatar a su petición y a su propio deseo... levantó nuevamente la mano izquierda y con delicadeza la deslizó sobre su espalda, recorriendo cada rincón, acariciando cada lunar.

-Eres delicada cuando quieres serlo, una mujer bastante hermosa en todos los sentidos, Zoey -dijo cerrando los ojos, relajándose con sus caricias -. Pero cuando me atacas, siento miedo, miedo de dar cualquier paso en falso y perder a esta grandiosa mujer que anhelo conocer mucho más -su tono de voz se iba apagando cada vez que decía una palabra más.

Sonrió con aquellas palabras y frunció el ceño, nunca nadie se había molestado en conocerla más a fondo, tampoco le habían dicho que tenían miedo de perderla, bueno... Jenna una vez le había tomado un bolígrafo sin permiso, era uno bastante llamativo, así que era su preferido, semanas después le había descubierto con el boli colgado de la blusa, entre las bubíes, claro que se había molestado bastante con ella y en un tonto arranque infantil Jenna dijo:

LA ASISTENTE ©Where stories live. Discover now