2. Una Diosa y un contrato

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-Me parece excelente que hayas aceptado.
-¿Y ahora qué?
-¿Qué de qué?
-¡No sé! ¿Qué se supone que pase ahora?
-Tu... tienes que... besarme, ¡Si!un beso hace falta para sellar el trato.
-¿Un beso? ¿Estás segura?
-Claro... Pff ¿Crees que yo te mentiría?
-Mmm, apenas si te conozco, creo que deberíamos esperar un tiempo, ir más despacio, conversar un poco, conocernos mejor... -Isto desconfiaba de esa muchacha- ...Ni siquiera me has dicho tu nombre.
-Es verdad, mmm, tranquilo, lo sabrás tras besarme, cuando dos personas hacen un contrato conocen casi completamente a su compañero.
Isto dudaba, pero decidió ceder. Ella cerró sus ojos y preparo sus rosados labios para el beso. Él acercó su boca a la de ella, pero el nerviosismo lo hizo desviar sus labios hacia su mejilla. Ella por sus parte, asustada también desvío su rostro hacia un lado, solamente abrió sus ojos por la sorpresa de sus labios en los de él, pero volvió a cerrarlos para consumirse completamente por la sensación.
Imposible saber cuánto duró ese beso, tal vez 30 segundo o toda una hora, para ellos se sintió como si fuera toda una vida. Finalmente sus labios se separaron a falta de oxígeno. Ambos estaban agotados.

Ella consciente de lo que acababa de pasar, volteó su rostro para que él no notara lo acalorada que estaba. Intentó cambiar el tema.
-Pensé que lo humanos estaban extintos...
Isto, ya más calmado, pero cansado se sienta en la cama.
-Y yo pensaba que los Dioses no existían... Señorita Clara Eclardiamur.
-Antiguamente los humanos eran muy útiles para los Dioses, debido a su gran cantidad, y lo fácil que era convencerlos de adorarnos. El poder de un Dios se incrementa por la cantidad de creyentes que tenga.
-Entonces, señorita Eclardiamur ¿Ahora eres más fuerte?
-Si y no, si, porque ahora tú serás mi espada y te usaré de escudo de ser necesario...
-...
-Y no, porque eres mi guardián, no mi creyente, son dos conceptos diferentes, tú me proteges y yo a ti, si yo muero tu mueres y si tu mueres yo estaría triste...
-...
-Y finalmente, lo más importante, tu poder aumentará en base a qué tan fuerte sea yo.
-Varias de las cosas que dijiste no me gustan para nada, señorita Eclardiamur, pero me interesa la parte de ser más fuerte, explícame de que trata.
-Bueno, dependiendo de los seguidores que tenga un Dios, su poder aumentará, y a su vez los guardianes del Dios verán aumentadas sus capacidades. En todo caso las capacidades que aumenten dependerán de la raza. En general los dioses prefieren a los ángeles, porque son guerreros infalibles. Pero antiguamente se utilizaban casi todas las razas, por ejemplo un golem aumentará su dureza, una hada su magia, un gigante su tamaño, entre otros...
-¿Y los humanos?
-No lo sé, leí cada libro de la biblioteca de mi hogar y nada sobre pactos entre Dioses y humanos, lo que me hace pensar que los humanos son inútiles y fue un grave error hacer un trato con uno...
-Las puertas de mi casa, señorita Eclardiamur, están listas para que te vayas.
-No es tan sencillo como piensas, una vez el trato está cerrado es de por vida.
-¿No puedes tener más de uno? Cómo para que me dejes tranquilo y busques a otro que te cuide.
-Se puede tener tantos como tu poder te permita, pero por desgracia actualmente solo tengo capacidad para uno. Mi intención era encontrar un Alf-Dragon o algún Elemental Ancestral, pero jamás esperé un humano. Deberías habermelo dicho en cuanto nos conocimos, ahora es tu culpa que tenga un familiar inútil.
-¿Por qué me echas la culpa a mí? Si tú fuiste la que vino a mi casa, me hiciste cuidarte y además hacer un extraño contrato. Además no sé lo que hace un guardián, o para qué necesitas uno. La única inútil aquí eres tú, si no puedes cuidarte por ti sola, no sirves para nada.
-Eres...
-¿Soy?
-Eres lo único que me separa de un mejor guardián, solo...
-¿Solo?
-Solo tienes que morir.
Un destello de luz aparece el la mano de Clara, rápidamente toma forma de un chuchillo.
-C..Clara, no te precipites, ¿no se suponía que los Dioses son amor?
-Aquí está tu amor.
Clara se lanza contra Isto con intención de matarlo. Pero Isto esquiva fácilmente, no duda que haya sido gracias al contrato y sus habilidades mejoradas. Ella se lanza nuevamente, más furiosa aún, pero para Isto era como si la viera moverse en cámara lenta.
"El contrato debió haber mejorado mis sentidos y mis reflejos" pensó Isto.
Finalmente las reacciones de Isto lo hicieron vencer a la iracunda diosa. Logró atarla de manos y pies.
-Sueltame para que pueda matarte rápido.
-No lo haré, estás loca.

Isto se echó al hombro a Clara y cargó con ella en su espalda hasta la zanja más lejana que encontró. La arrojó, la que alguna vez fue una digna diosa, ahora estaba llena de tierra en una zanja.
-Si..si me dejas aquí.. te..te maldeciré.

Isto no respondió, simplemente se marchó, volvió a casa y preparó la comida para el día siguiente, sin darse cuenta perdió todo el día con la Diosa.

Durante la noche, una lluvia torrencial cubrió el bosque, Isto con algo de culpa comenzó a pensar en la Diosa. A pesar de su intento de asesinarto no se veía como alguien malvado.
Con un farol en su mano partió en busca de la zanja donde abandonó a la Diosa. Cuando llegó, oyó su voz, parecía como si hablara con alguien, pero en realidad conversaba consigo misma.
-¿Por qué eres así, Clara? Ya habías cerrado el trato, tenías casa asegurada, comida, y un chico a quien seducir, pero como siempre tenías que abrir la boca... tenías que abrir la boca y quejarte...
-E intentar matarme.
-...E intentar matarte, ahora acabé sucia y humillada en una zanja.
Ella no se percató que ya no hablaba sola y él también lo notó.
-¿Estás arrepentida?
-Mucho.
Isto estaba por acabar su farsa, pero aún tenía una duda que quería aclarar.
-¿Era necesario un beso para el contrato?
-No, con tomarnos de la mano bastaba.
En este momento Clara se dio cuenta de con quién y de que estaba hablando. No pudo evitar ponerse nerviosa y su rostro se puso rojo, aplastó su rostro contra el suelo para que no la viera así.
-Si te suelto, ¿Vas a intentar matarme?
-No sé, no sé, aún estoy enfadada.
-Me voy.
-¡Espera! No te mataré, lo juro, solo sácame de aquí.
Él se apiadó de ella y la soltó. La fatiga provocó que ella no se pudiera mover, así que el debió cargarla de vuelta a casa, está vez más gentilmente que cuando la llevó.
En casa la casa la alimentó y la dejó en la cama. Antes de retirarse le dijo.
-Si vas a vivir aquí, debes portarte bien.
-Si.

Hasta Los Dioses Te TraicionanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora