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Joey.

Seguía sentado en la cama de la habitación que compartía con Charles, mientras observaba aburrido como este se pasaba el peine por el pelo.

—Oye, ¿y así está bien?—pregunta por décima quinta vez.

Ruedo los ojos sin disimular. Se ha peinado el pelo para atrás pero algunos mechones se caían por la frente. Se lo había hecho diez veces y ya le dije en todas que sí.

—Joder, Charles, que me vas a sacar a todas las fans.—bromeo.

Ríe y me tira el peine al rostro, el cuál esquivo. La mayoría se ha adelantado ya para el anfiteatro, los únicos que quedábamos aquí éramos la mamá de Charles, su hermano y nosotros dos.

Bajamos al vestíbulo riendo, hasta que freno en seco, deteniendome y haciendo chocar a Charles con mi espalda.

—¿Qué sucede?

Balbuceo algunas palabras inentendibles. Sigue mi mirada, y se encuentra con la de su hermana, parada a unos pasos de nosotros, hablando por videollamada con alguien.

Se ve... linda. Es decir, preciosa.

Lleva un vestido blanco, sencillo, ajustado arriba y suelto para abajo. Tiene una chaqueta de mezclilla y unas botas color beige, el cabello recogido en una alta cola dejando su rostro al descubierto. Algo raro, ya que ella ama usar ropa holgada (generalmente de Charles) para pasar desapercibida, cuando el efecto en realidad es lo contrario.

—¿Qué pasa, Joey? Controla esa mirada, hermanito.—me doy cuenta que la estoy mirando demasiado, así que aparto la mirada. Charles sólo ríe y niega con la cabeza.

La que habló fue Sophie, de pesada no está diferente. Alex se sonroja y se acerca a mí sin borrar su sonrisa divertida.

—Joey sólo admira mi belleza, es inevitable, cierto.—me abraza por el cuello e intento ignorar el cosquilleo que produce su piel.

Le sonrío socarronamente a Sophia.—Por supuesto. ¿Qué piensas, Sophie? Eres privilegiada, estás mirando dos obras maravillosas de Dios ahora mismo.

—Esto merece un screenshot.—responde. Pongo los ojos en blanco y las dos ríen.

La mamá de Charles y Alex nos llama para irnos, así que nos despedimos de Sophia. Subimos a la camioneta para dirigirnos al show que está a minutos nada más de comenzar. Vamos realmente atrasados.

Me siento a un lado de la ventanilla y Alex a un lado, quedando en medio de Charles y yo. Me dedico a mirar por la ventanilla hasta que siento una mano en mi muslo.

—Joey, sobre el show que daremos...

—¿Sí?—pregunto a Alex, ya que no termina la frase.

Se me queda viendo a los ojos varios segundos. Ha estado rara, lo he notado desde lo del centro comercial, que me miraba de reojo y sus mejillas se enrojecían. Sé que me siento de alguna manera atraído hacia ella, la hermana de mi mejor amigo, la niña con la que crecí, la niña que debería ser como mi hermana.

Pero, ¿qué sucede con ella?

Me dedica una pequeña sonrisa antes de negar con la cabeza.—No importa.

—¿Segura?

Asiente con la cabeza y no dice más en todo el camino. Me decido por darle algo de espacio y tampoco presionarla. Sé que las chicas son bastante complicadas, y se toman muy a pecho eso de su espacio, tiempo para pensar, asimilar todo. Lo que sea.

Llegamos al anfiteatro, por la puerta trasera. Los chicos ya están en el Backstage, listos para salir. Sam nos reprende con la mirada,

—Llegan tarde.

—Los chicos, Sam, ya sabes como son.—interviene la mamá de Charles y Alex.

—Sí, y aquello tiene que cambiar.—niega con la cabeza. Luego alza la voz:—Ya es hora, chicos, los quiero en el escenario, ahora.

La música suena por todo el lugar, ambientando y con los gritos era como la adrenalina. Las fans gritan mientras que yo sonrío acercándome al borde. El show prosigue y pronto me toca hacer mi canto con Alex, pero no la veo en ningún lado.

Pero ya es tarde, tengo el micrófono en mano y los demás me están mirando, además de todas las fans. Suspiro, y fuerzo a mis labios a crear una sonrisa que hace gritar a todas las fans allí.

Entonces canto, sin ella, porque se ha ido.

(...)

Me paso las manos por el pelo como lo he hecho como cinco veces en diez minutos.

Diez minutos de silencio. En los que parecían infinitos. Alex estaba sentada en la cama, mientras yo sentado en el sofá. Estamos en su habitación, ya que ella lo tiene sola, y me llamó luego de que llegáramos al hotel. Nos vamos mañana temprano y las maletas ya están hechas sobre su cama.

No voy a negarlo, estoy enojado.

—¿No vas a decir nada?—pregunta luego del interminable silencio.

Me levanto del sillón hasta quedar frente a ella. Me arrodillo hasta quedar a su altura, ya que es bastante baja. Me siento confundido.

—No te entiendo.—no me molesto en ocultar lo herida que suena mi voz.—Creí que esto era lo que querías, eres influencer, Alex. Amas cantar, bailar, reír, hacer estupideces conmigo y con Charles. ¿Qué ha cambiado? ¿Por qué no me dijiste antes que cancelaste el duo?

Ella baja la mirada. Se siente triste, lo sé porque siempre hacía lo mismo de pequeña, cuando se burlaban de ella en la escuela, pero luego levantaba el rostro y pasaba de largo con todo el orgullo que tenía. Luego simplemente reía al enterarse que Charles y yo saboteabamos sus mochilas, o sus almuerzos.

Lo hacíamos para verla sonreír. Y eso no ha cambiado con el pasar del tiempo.

—Yo... no me siento lo suficiente. ¿Y si lo hacía mal? ¿Sabes cómo me destrozarían por las redes sociales? No practiqué antes, le mentí a mamá, Joey.
—su voz se quiebra.

Suspiro y me levanto, sentándome a su lado.

—¿Y eso desde cuando te importa? A ti nunca antes te había importado lo que decían sobre ti, hay gente mal intencionada, Alex, nunca dejará de haber.—le explico.

Me preocupo por ella. Los haters son cosas a lo que nos enfretamos siempre, incluso a mi han llegado a afectarme, pensar que una persona te odia simplemente por hacer lo que te gusta. A Alex parecen afectarle, y no me gusta aquello. Tengo la misma sensación de cuando eramos pequeños, de protegerla de los niños que se burlaban de ella, del odio, de las palabras hirientes. Pero, ¿como puedo hacerlo si también me afectan a mí?

Alex levanta su cabeza y se limpia las mejillas. La observo levantarse de la cama con optimismo y una sonrisa en la cara.

—Tienes razón, eso nunca me ha importado, ¡no tiene por qué serlo ahora! No seré la tonta niñita de mami que ellos quieren ver, simplemente seré... yo misma.—susurra lo último.

—Tú misma.—repito.

Me mira por unos segundos, con sus brillantes ojos claros. Entonces de imprevisto se abalanza sobre mí tumbándonos en la cama, riendo.

—¡Oh, no! Los abrazos mortales han vuelto.—me quejo bromeando.

Ella ríe. —Gracias, Joey, por hacerme sentir mejor. Lo siento también, por no avisarte sobre como me sentía, antes.

Cierro los ojos, enterrando la nariz en su cabello. Dios, voy a robar su champú, porque huele delicioso.

—Está bien que no te sientas lista aún, pero a la próxima me avisas y lo hablamos, ¿vale? No sólo con Sam.

La siento asentir con la cabeza antes de separarse. Al instante siento el frío por no sentir la calidez que desprendía. ¿Qué me hiciste, Alex?

little gitnick;; joey birlemWhere stories live. Discover now