Sarada apretó los labios para no reír, a pesar de que era gracioso no le apetecía hacerlo.


— Tráiganle el calzado a la señorita — dijo entregándole los papeles a Sakura, esta sonrió al ver que se encontraba en perfectas condiciones, si tenia un golpe en la cabeza y una costilla rota, pero no era tan grave, solo tendría que reposar algunos días.


Sarada bajo del auto con ayuda de su tío, si podía caminar, pero le resultaba doloroso por los raspones, Itachi pasó su brazo a su hombro y la sostuvo de la cintura, la hubiese cargado, incluso le insistió, pero tenia un humor de perros y se negó a todo tipo de ayuda, solo porque en verdad le dolía le dejo guiarla hacia la casa.


— ¡Hermana! — dijo un pelinegro cuando la vio entrar al vestíbulo, ella sonrió cuando sintió sus pequeños brazos rodear su cintura al abrazarla, revolvió sus cabellos con cariño, pero su sonrisa desapareció al pensar que ya no vería seguido esos ojos jade que la miraban con adoración — ¿te duele? — preguntó al ver varias vendas en su cuerpo.


— Solo un poco — le sonrió


— Tu hermana tiene que descansar — dijo la pelirosa y el niño asintió para dejarla pasar.


Sarada negó al subir por las escaleras, se aseguró de que su hermana este lo suficientemente lejos para no escuchar.


— Padre ¿me permite unos minutos a solas? — se dirigió a Sasuke y este asintió.


— ¿en mi oficina? — dedujo al ver que no pretendía subir, ella asintió y ambos se dirigieron a esa habitación. Sasuke la ayudó a sentarse y luego él se colocó detrás de su escritorio esperando que ella empiece.


— He decidido algo — dijo mirando como los rayos naranjas del atardecer le daban un tono más vivo a su piel pálida — pronto cumpliré veintiuno padre.


Sasuke asintió.


— ¿a qué viene eso?


— Yo...quiero — titubeó y apretó los parpados — he decidió vivir sola, no es una pregunta, solo le estoy avisando. Soy lo suficiente mayor para tomar mis propias decisiones.


— Estas en lo correcto — la miró — esta bien, me encargaré de buscarte un departamento adecuado...


Sarada se sorprendió, jamás imagino que aceptaría tan fácilmente.


— Pero con una condición.


— ¿Cuál? — preguntó con seguridad pues estaba decidida a desaparecer de esa casa.


— Exijo una explicación a esto.


Los ojos de Sarada se abrieron como platos al ver ese cuaderno de pasta azulada sobre el escritorio, no podía ser cierto...pero esa cubierta dura y color azul rey indicaba que lo era, y ni que decir del titulo que coronaba el centro. Era su diario, y como si no fuese suficiente, se sintió desfallecer al ver esos aquellos documentos grapados.

Podría morir y esperarte otra vida [3]✓Where stories live. Discover now