Oneshot

1K 129 6
                                    

Todas las semanas, los Vengadores se reunían los viernes a las 7 de la tarde para llevar un control de las actividades hechas en el transcurso de la misma. A menos que algo extraordinario ocurriese, la asistencia era obligatoria. Esto era parte de las nuevas políticas que habían incorporado después de todo lo ocurrido.

Se había dejado claro que el tema era parte del pasado y se debía seguir adelante por el bien del público. Nadie creía esa patraña, pero extrañaban mucho los viejos tiempos. Además, ¿qué eran unas pocas reuniones a la semana?

Para Tony desde hacía unas semanas, los viernes de reunión ya no eran los mismos. A las seis en punto, Peter Parker pasaba de manera casual por el taller. Siempre era la misma dinámica. La charla insulsa, verificando que no había nadie y de repente terminaba contra una pared besando al chico como si su vida dependiera de ello. Se había vuelto una costumbre. Una muy adictiva, por cierto. Porque ya se había dado cuenta que estaba esperando que fuera viernes con más ansia de la usual. Detallar como los ojos del chico seguían sus pasos mientras él jugaba al adulto responsable hasta arrinconarlo contra la pared. Sintiendo su respiración entrecortada mientras lo besaba, la suavidad de su piel, sus risas nerviosas mientras le besaba el cuello, cada cosa que hacía que lo volvía loco. Sentía como la piel le ardía cada vez que tocaba al chico. Nunca hacían nada más allá de besarse y tocarse por el tiempo que disponían. Y porque Tony no podía engañarse.

Sabía que ellos estaban bajo el ojo del huracán. No podían permitirse ningún error, ningún desliz. Muchas veces había tratado de resistirse, evitaba estar a solas con el chico. Cambiaba los planes a última hora. Pero Peter como presintiendo su duda, esperaba paciente que él dejara de esquivarlo y nuevamente caía bajo sus besos demandantes, sus palabras suaves y cariñosas, sus promesas de niño inocente que le hacían desear mucho más de lo que tenía permitido. Tenía una alarma tanto en el celular para que le notificara cuando faltara media hora para la reunión como el aviso de Friday por si alguien venía a buscarlo antes de tiempo y, sin embargo, sus sentidos estaban totalmente revolucionados, sensibles ante cualquier sonido con la adrenalina llenando sus venas. O tal vez esto era lo que le hacía sentir Peter. No lo sabía. No quería saberlo.

Cuando llegaba la hora pactada, se separaban. Se arreglaban para disimular las marcas de lo que había pasado y Peter merodeaba por la sala mientras Tony seguía en el taller hasta que llegaran los demás. La coartada perfecta. Nadie sospecharía, ¿cierto? En la reunión se sentaban en extremos diferentes. Y mientras Steve dirigía la reunión, Tony sentía la mirada del chico en su nuca. Y su mente le jugaba sucio, haciéndole recordar lo que habían hecho hace poco, sus ojos resplandecientes, su boca entreabierta...

-Tony, ¿estás prestando atención? -preguntó Steve sacándolo de sus cavilaciones.

-¿Qué decías?

-Que si no tienes nada que agregar.

-No, está perfecto lo que dijiste.

Y volvía a ser lo mismo de siempre. Cada quien, por su lado, su vida seguía con completa normalidad, como si de un hechizo se tratase. El hechizo que hacía que todos siguieran la vida de manera natural. Tony observaba a Peter a lo lejos, mientras observaba como el chico socializaba, como era un chico normal. Sí, nadie sospecharía que alguien pudiera fingir esa inocencia. El problema sería el día que el hechizo se rompiera, y el mundo que habían creado explotara de nuevo. El día que pasara eso, ¿qué haría?

Cuando el hechizo se rompaWhere stories live. Discover now