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Las hojas cayeron dando paso a un invierno que superaba lo gélido, desde el ventanuco de mi celda a penas se podía ver el cielo, pero vislumbraba algo que se asemejaba a una estalactita y, aunque el frío era algo constante independientemente la época del año, estaba seguro de que era esa estación. No Me levanté, intentando situarme en esa nívea estancia.

Intento recordar cómo era todo antes de alojarme en esa sala dónde la baja temperatura reinaba los trescientos sesenta y cinco días del año, pero es imposible. Mentiría si dijera que todo es triste aquí, porque no lo es en absoluto. Cada día tengo el placer de ver a la mujer a la que más quiero junto con los niños a los que contribuí a darles la vida, un chico y una chica. Cada día es diferente aunque siempre parece repetirse: le aparto el pelo de la cara a mi esposa y me deshago de esa incómoda etiqueta que siempre tiene que llevar puesta con su nombre, bailo con mi hija de seis años y hablo de deportes con mi hijo de diez. Desearía teneros junto a mí para siempre, pero al final del día, he de separarme de ellos y pasar las horas más largas dando vueltas en mi cama con los muelles rasgándole la piel al colchón y haciendo que mi espalda se queje en la zona lumbar. Pero la ciudad despierta y ansío que llegue la hora de volver a verlos.

Se dice que esta prisión no dura para siempre, que tiene un final cercano. Ansío ese momento como nadie lo ha hecho nunca aunque siento que no soy digno de obtener ese derecho, ¿por qué soy así? Este dolor me está matando, pasan las semanas y se ve reflejado en quiénes más quiero, no puedo evitar sentirme culpable de ver cómo los destrozo, cómo su alma pura se cae a pedazos. Sin embargo una voz me dice que siga adelante. Y lo hago, sin atender a las consecuencias, ignorando el daño, incluso provocando más dolor.

Es difícil vivir en una celda, más si es tu propia mente la que te retiene, la que te atrapa; eso me hicieron ver unos hombres de negro una tarde de diciembre después de sujetarme con los brazos en la espalda y esposarme para llevarme a un sitio realmente seguro.

Alejado de mi celda, la morgue.

Y de mi familia, quiénes realmente habitaban en ella.

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⏰ Last updated: Mar 24, 2018 ⏰

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Pieles rotasWhere stories live. Discover now