CAPÍTULO 2

20 0 0
                                    


D O S

《 HORNER'S CORN


Verde versus ámbar.

Angelo está desafiandome con su mirada intimidante. Sin embargo, yo no me quedo atrás. Lo miro con el ceño fruncido pero sé que esta batalla, por el momento, la voy perdiendo.

Como ya se puede ver, Angelo y yo no nos llevamos bien. Bueno, más bien el gato me odia porque en lo que respecta a mi, comencé a detestarlo cuando empezó a atacarme. Literalmente. Ahora ya no, pero antes se acercaba sigilosamente hacia mi e intentaba arañarme. Nunca he sabido cual fue el detonante de su odio hacia mi. Quizás, fue cuando mi yo pequeña se avalanzaba contra él entusiasmada por su aura angelical, su pelaje pomposo y lo pequeñito y adorable que era. Aunque intentaba mostrarle mi amor hacía él, ¿Cómo me pago?

Un día que vine a visitar a Samuel, lo busque por todas partes hasta que se me ocurrió la grandiosa idea de buscarlo debajo de la cama y lo encontré. Cuando fui a acariciarlo, extendió su pata como si quisiese acariciarme y luego se enganchó con sus uñas en mis labios. Di un grito tan desesperado que mi madre enseguida vino corriendo, me sacó y cuando me vio puso una cara de horror. Claro y por supuesto que se enfadó cuando vio que de mi labio inferior salía sangre. Desde entonces Angelo y yo tenemos la guerra declarada.

— Bájate y déjame entrar — le pido, pero él me bufa enseñándo sus pequeños colmillos -—. Realmente eres un pesado.

Por segunda vez vuelvo a intentar pasar a la cocina, pero de nuevo extiende su pata para impedir que pase.

— Bien, sabes lo que te digo. Voy a entrar te guste o no.

Lo miro estoica mientras él levanta su pata a modo de amenaza, exponiendo sus uñas afiladas.


- Te gusta fastidiarme, ¿Eh?

Posiblemente, uno de los pasatiempos favoritos del felino sea esperar a que llegue yo, y cambiar de Angelo a Lucifer.

- ¡¿Quieres chocolate?! - grita Samuel desde la cocina.

- ¡Vale!

Vuelvo a posar mis ojos en el gato, que continúa sentado en el mueble con una postura de orgullo.

- Bien, Angelo. Te lo has buscado.

Sé que es ridículo pelear como una niña pequeña con el gato. Pero él no es un gato normal, más bien se parece a los típicos felinos malvados de las películas: inteligente y capcioso, victimizandose a la menor oportunidad. Así es él.

Al ver que me alejo, ladea su cabecita intentando averiguar qué es lo que voy a hacer. Yo, cojo mi teléfono y después de desbloquearlo, doy play a «An der schöen blauen Donau» de Johann Strauss II. Sé que en cuanto escuche la canción, irá a esconderse debajo de la cama - no pierde sus viejas costumbres-. Y, efectivamente, sale corriendo dejando la vía libre para entrar y también, dándome un leve respiro hasta que salga de su escondite.

Sonrio triunfante, alegre por el hecho de que Angelo se haya ido. Sin embargo, algo me descoloca: una risa sonora inunda toda la estancia. Miro hacia el punto del que procede y veo a Samuel riéndose de mí.

- Por Dios, Ana. Es sólo un gato, qué es lo peor que puede hacerte, ¿Maullar? - dice jocoso, burlándose de la «guerra» que tenemos su gato y yo.

No le contesto porque él no lo entenderá, así que le tiro un cojín del sillón más cercano. Uno de los que pesan más de lo normal.

- ¡Auch! - se queja cuando impacta en su brazo.

Aprendiendo A Vivir #TheDomains2018 #VLA2018Where stories live. Discover now