—Salté—se encoge de hombros y camina a un lado de mí, cruzando el pasto. Tomo un par de largos pasos hasta llegar junto a él, confundida como siempre.

No lo cuestiono mientras caminamos, sólo lo sigo. Camina por la puerta al final de la propiedad, sosteniéndola para mí cortésmente. Entro después que él, da la vuelta, dirigiéndome por un sucio camino hecho entre el bosque que existe detrás de la casa. Los árboles se balancean gracias a la suave brisa, altos y blindados contra el oscuro cielo nocturno. El sonido de los grillos se filtra con el aire, levanto la vista para mirar los brillantes ojos de un búho, el cual está observándonos desde una rama en lo alto.

—Solía jugar a las escondidas y me escondía aquí—comenta Harry—. Le jugaba bromas a todos, escondiéndome en los árboles. Son geniales para trepar, ya lo verás.

Miro hacia la punta de los árboles, notando que en la obscuridad del cielo están esparcidas un montón de pequeñas estrellas brillantes. La Luna posa en su forma creciente, fundiendo pálida luz en ambos. Observo la suave luz de la luna reflejada en los pálidos ojos de Harry mientras él continúa dirigiéndome por el camino.

Caminamos una corta distancia más, antes de llegar a un claro entre los árboles.

El pequeño claro está caracterizado por un enorme Sauce, posiblemente el más grande que haya visto. Su tronco es macizo y las hebras platinadas que cuelgan de las ramas desempolvan el suelo cubierto de hierba. Mientras nos acercamos, noto dos columpios de madera amarrados cada uno en diferente rama, con una gruesa cuerda, moviéndose ligeramente con la brisa.

—Toma asiento—dice Harry, sentándose en uno de ellos.

Asiento, eligiendo el columpio colgado frente a él, empujando algunas hojas del Sauce fuera de allí.

Observo algunas luciérnagas zumbando a través del aire en medio del claro, otra fuente de pequeña luz para acompañar a la Luna. Nunca había estado en un lugar tan tranquilo como este.

—¿Qué te parece este lugar?

Mis ojos se dirigen hacia Harry.

—Es genial.

Asiente, parpadeando lentamente.

—Era mi lugar favorito, colgué estos columpios con mi padre cuando tenía diez años.

—¿Cuántos años tienes? si puedo saber.

—Dieciocho—responde—. Nací en 1995, morí en 2013.

Mi pulso aumenta de repente.

—Espera, ¿2013?

Asiente, su expresión es seria.

—Ocho de Junio.

Hago los cálculos en mi cabeza.

Eso apenas fue hace tres meses.

Lo miro, mi cabeza da vueltas.

—¿Qué...—aclaro mi garganta—. ¿Qué te pasó?

Me mira directamente a los ojos, sus cejas se alzan levemente. Pasa su lengua alrededor de sus labios antes de separarlos.

—Fui asesinado—dice sin más.

Asesinado.

De repente todo esto se ve tan real, sentada frente a él y escuchándolo decir esas palabras. Antes, lo veía muy raro e imposible, pero ahora sé que no me estoy imaginando a este pálido chico de sonrisa traviesa. Es real.

Su traviesa sonrisa no la veré por ahora, pienso. Está escondida por una mirada indiferente mientras espera por mi respuesta.

Él no espera. Se recuesta levemente en el columpio y deja salir una pequeña risa.

—Sí, es verdad—dice, mirándome—. Alguien decidió que mi fecha de caducidad ya había expirado, así que hizo algo al respecto.

La manera en la que él es tan casual al respecto, me incomoda.

—¿Quién?

La sonrisa desaparece de su rostro.

—No lo sé.

Frunzo el ceño.

—¿Qué? ¿Cómo que no sabes?

Se para del columpio, dirigiéndose hacia mí.

—No lo sé—repite—. He pasado los últimos tres meses tratando de averiguarlo.

Agito mi cabeza, mirándolo.

—Tu...tu dijiste que solías escapar por mi ventana usando la enredadera.

—Sí—gira su rostro para mirarme, sus manos están entrelazadas detrás de su espalda—. El nombre de la casa es Mansión Cadence, fue construida en 1923 por mis abuelos, y pasó heredada a mis padres cuando se casaron. Se suponía que iba a ser heredada por mí—hace una mueca—. Desafortunadamente, no viví para ver el día en que tomara el control total de la propiedad.

Cruzamos miradas.

—Mis abuelos formaban parte de una importante compañía en Canadá durante 1920, pienso que trabajaban desde aquí en Washington. Hicieron mucho dinero a través de los 60's y mi padre compró la compañía cuando mi abuelo enfermó. Él siempre me dijo que tendría la compañía algún día, cuando fuera lo suficientemente mayor. Crecí en la Mansión Cadence. Nunca deseé vivir en ningún otro lugar—pausa—. La casa lleva el nombre de mi abuela, se llamaba Cadence y mi abuelo la nombró así por ella.

Dio un paso hacia mí.

—Cuando cumplí dieciocho en Febrero, estaba a tan sólo cuatro años de tomar mi lugar como cabeza de las Industrias Petroleras Styles. Una vez que saliera del colegio, tomaría mi legítimo puesto—se detiene, mirándome—. Es interesante como la muerte puede echar a perder los planes así de simple.

—¿Qué tiene que ver todo esto conmigo?—digo.

Los rastros de una sonrisa torcida aparecen en el rostro de Harry.

—Hay algunas cosas que he aprendido acerca de la muerte en el tiempo que llevo fallecido—dice—. El mundo está dividido en tres fases. Está la vida, que es donde tu estás; luego el después de la vida y por último en donde yo estoy.

Todo lo que pensaba saber acerca de la muerte parece evaporarse entre la delicada brisa.

—La muerte tiene dos fases—dice—. Todos quieren ir al después de la vida, que es donde está la paz. La mayoría va allí cuando muere—camina—. De otro modo, está también el intermedio, que es donde yo estoy. Estoy muerto pero sigo caminando en la Tierra. Hay una delgada línea que divide el después de la vida del intermedio, y yo estoy caminando sobre ella—pausa—. Esos que están estancados es porque tienen trabajos sin terminar de sus vidas pasadas.

La realización llega a mí.

—Y el tuyo es...

—Encontrar a mi asesino.

Deslizo una mano por mi cabello, mis dedos tocan el dije de calavera que sigue colgado de mi cuello junto con la cadena. Tengo un presentimiento, sabiendo lo que quiero preguntarle. Todo esto es tan extraño, hasta cada pequeño detalle.

—Una vez que encuentre quién lo hizo y por qué, podré cruzar al después de la vida y estaré en paz—dice Harry.

—Así que, ¿qué tengo que ver yo en todo esto?—pregunto nuevamente.

Una sonrisa torcida se forma en su rostro, apareciendo unos pequeños hoyuelos en sus mejillas.

—Tu me vas a ayudar.

Phantom [h.s] •Completa•Where stories live. Discover now