Dejala que vuelva

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El alcohol se mezclaba con jugo y gaseosa, a veces, sintiéndose más osados le metían alguna bebida pura.

Pero Daniel estaba bien con una cerveza bien fría, sentado en uno de los tantos living del boliche. Entre sorbos se decía a sí mismo que él era un buen partido, que su, hace tres días, ex novia debería  estar pasandola mal por tenerlo como ex novio. A él le daba pena que la Julia debería de extrañar despertarse con sus besos, mientras la acurruca en sus brazos; o el que él la apoyará en sus días, que desde que comenzó su relación, prácticamente él la malcriaba en todo lo que ella deseaba. En síntesis, según él, él era el mejor novio del universo. Corrección. Ex-novio. Porque ella no lo merecía. ¿Cómo se atrevía después de cuatro años juntos, cortarle por una estupidez? Porque para Daniel era una estupidez.

Todo eso se decía mirando como Julia estaba en medio de la pista bailando y  disfrutando de cada música con Luciano. Daniel suelta una risita, piensa que ella lo hace a propósito para ocultar su dolor de haber terminado con él y para causarle celos. Y lo está logrando.

Julia ni siquiera sabe que Daniel está ahí, lo único que quería era disiparse de los deberes de la universidad, de su estúpido ex-novio, y pasarla bien con sus amigas, cosa que hace rato no hacía. Y un clavo saca a otro clavo. Su amiga María le sugirió que aceptara la propuesta de Luciano, que hace mucho le andaba atrás. El sexy estudiante brasileño que hasta las profesoras le tenían ganas, le tenía ganas a ella. Y lo iba aprovechar.

Daniel se pasa una mano por su cara con la esperanza de despertar de éste molesto sueño, pero con la otra acercaba la botella a sus labios para darse cuenta de que era una molesta realidad. Debía admitir que Julia estaba especialmente linda esa noche. Se había vestido súper sensual, pero su cabello largo y ondulado, que se le quedaba después de soltar tan apretadas trenzas, la hacían ver, según Daniel, tierna. Ni hablar, estaba hermosa. A sus ojos siempre fue hermosa. Hermosa su sonrisa después de escuchar lo mucho que la amaba, hermosos sus cabellos cuando se los ataba para que no molesten en el abrazo de buenos días, hermosa su mirada de determinación en una meta anhelada, hermosa su voz en esas cancioncitas que alegre cantaba mientras preparaba la comida sintiéndose toda una masterchef, hermoso el sonrojo que adornaba sus mejilla ante el rutinario halago, hermosa en todos sentidos. Ella es hermosa.

—¡Daniel! ¡Vamos al karaoke, dale!

Suena «Dejala que vuelva» de Piso 21 y Julia suelta un suspiro y rueda los ojos hastiada. Julia odia tanto esa música, le recuerda a Daniel. Siempre la cantaba o la tarareaba, cada que podía.

Con el micrófono en mano y el alcohol hasta las nubes, a Daniel no le importa nada, más que mirar a una sola persona. La música suena y el grupito borracho empieza a cantar, las voces se mezclan y no se entiende nada. Daniel no mira la pantalla, se sabe la letra de punta a punta y se pone en medio del escenario sin dejar de mirarla mientras saborea cada palabra de la canción.

Y por obra del destino, Julia lo mira directo a los ojos. Sus ojos bien abiertos, la boca semiabierta y el corazón detenido de ser sorprendida se salen por reflejo. Nunca se imaginaría a Daniel en un escenario cantando a todo pulmón en pedo sabiendo lo tímido que es para el público. Pero Julia entendió que cada palabra que salía de los labios de Daniel, que la miraba fijo, eran para ella. Y no era igual a como cuando cantaba en la sala y la hacía bailar abrazados anorozamente. Esta vez era con molestia, sintiendo toda la música.

Baby, yo sé que tú también me das
Lo que es no por pedirme lo quieres
Yo sé que es lo que tú quieres
Que yo me desespere y te vuelva a ver

Por favor no le insistas
Déjala que juegue sola ya no le insistías
Sientes que por volver a ella mueres
Esta vez no le daré lo que ella quiere

Volverá como la primera vez
Déjala que vuelva
Ella conoce solita el camino conmigo…

Pero ella está muchísimo más molesta. La había avergonzado enfrente de mucha gente. Con la cara super roja y la cabeza hirviendole, jala del brazo a su pretendiente para salir lo más rápido posible del boliche. Del micrófono sale un «Julita, no podes enojarte porque le mire la teta a Mei, fue sin querer, además, ella tiene menos que vos». En medio de la muchedumbre que se partía entre risas y molestia, sale una mano, que él conocía bien, regalandole el dedo del medio. Un «Uhhh» y carcajadas se escucha en todo el boliche. Pero a ninguno de los dos le importa.

Daniel baja para alcanzar a Julia que ya está casi saliendo del lugar. Pero no la alcanza. La ve irse en una camioneta conducida por Luciano. Y consumido por la rabia y la impotencia hace su último acto de valor de la noche.

—¡Yo te amaba, nde puta!

Y no volvió.

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Julia se hace respetar, papúh.

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⏰ Last updated: Mar 17, 2018 ⏰

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Dejala que vuelva [Py/nyo!Boli]Where stories live. Discover now