[STANLEY URIS]

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Stanley Uris
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—¿Me estáis diciendo esto en serio?— les preguntaba Dariela a sus padres por enésima vez

—Esto no es ninguna broma, Dariela. Nos esforzamos en que tengas todo lo que quieras, y tú te niegas en ser judía.

—Pero mamá, yo no creo en ninguna religión. ¡Ni siquiera en la cristiana!

—¡Retira eso ahora mismo, Dariela Oleff!— le gritó la madre enfadada.

Dariela, negaba con la cabeza mientras chasqueaba la lengua.

—Mira, Dariela,— intentaba convencerla el padre— Tú mentor te guiará por el buen camino, te hará ver lo bueno que es ser judía, y como llena eso de plenitud tu vida.

—Bien— dijo sarcástica por lo muy bajo— Ahora encima con un abuelo dándome la lata.

—Venga, pasa— le ordenó el padre— Entra ahí— señaló una puerta— Dentro de una hora vendremos a por ti.

Sin más remedio, Dariela se sentó en una silla que encontró dentro de una habitación de la iglesia.

Escuchó unos pasos, y una puerta cerrarse después de que entrara un chico.

Stanley Uris.

—«No puede ser»— abrió los ojos como platos y se giró hacia la pared contraria rápidamente.

Dariela había visto a Stan antes, hace tiempo, en una misa de domingo. Ella se quedó observándolo durante toda la misa, realmente le parecía hermoso. Lo que pasa es que el se dió cuenta, y al salir, le dió su número en un papel.

Ella en seguida lo rompió en pedazos y se fue corriendo, la escusa que le soltó a sus padres al respecto, no se la creía ni ella.

—Dios, ¿Eres tú?— le preguntó Stanley divertido. Rió.

—Mira,— dijo suplicando que sis mejillas no se hubieran tornado rojas.—Voy a estar contigo aquí metida una hora, así que déjate de bobadas.

—Vale, vale, perdone usted— se disculpó al ver tan seria a la chica. Se sentó en la silla de al lado de Dariela, delante de un escritorio.— Me llamo Uris, Stanley, Stan, Uris.

—Vale, Uris, Stanley, Stan, Uris

—¿Ahora eres tú la chistosa?— preguntó alzando una ceja.

—Perdona— contestó Dariela sarcástica.— Me llamo Dariela, Darey, para los amigos, así que tú llámame Dariela.

—Te di mi número de teléfono, así que te llamaré Darey.

—Que remedio— el chico parecía convencido, así que prefirió rendirse de antemano.

—Y... No quiero estar aquí.

—Ya somos dos.

—No, no, pero no en esta habitación, que también, sinó en esta religión, en general.

—Si, si, como yo.

—¿Tus padres, verdad?

—Sip.

—Desearía ser mayor de edad para guiarme de esta ciudad.

—¿Te quieres ir solo porque tus padres te obligan a venir a la iglesia?— sonaba burlón.

—¿Si? Venga Stanley, no me digas que es una tontería, por lo menos para mí. Que pasa, ¿Tú te vas porque ves un payaso asesino que se ha cargado a medio Derry pero tú te enteraste de él, por el hermano de tu amigo... William? Venga ya, Stan.

𝑰𝑻 + 𝑺𝑻𝑹𝑨𝑵𝑮𝑬𝑹 𝑻𝑯𝑰𝑵𝑮𝑺 • 𝙊𝙣𝙚 𝙎𝙝𝙤𝙩𝙨Where stories live. Discover now