La última verdad

Start from the beginning
                                    

La emisión se cortó por unos escasos segundos, y cuando se pudo recuperar la señal, la noticiera se veía mucho más pálida que antes:

"Ha sido encontrado el cuerpo de Bridget Sweeny, una adolescente de dieciocho años que llevaba dos semanas desaparecida. Ha sido uno de los casos más crueles de secuestro en adolescentes que hayan ocurrido en esta ciudad. La joven fue encontrada en las inmediaciones del bosque, tiene varias partes del cuerpo calcinadas y mutilaciones en brazos y piernas. Se darán un reporte más detallado de lo ocurrido en las próximas veinticuatro horas..."

La mujer había dicho las últimas palabras titubeando, fue entonces que mientras organizaba los papeles se desmayó, el retumbo que dio su cabeza cuando chocó contra la mesa fue espantoso, la emisión se cortó por completo después de que uno de los de producción fuera a auxiliarla. Por alguna extraña razón la enfermera se echó hacia atrás, Sarah solo recordó la emisión de aquel 15 de julio del 1974 cuando estaba sentada frente al televisor comiéndose unas donas. Sarah tenía dieciséis años y su hermano sólo cinco cuando Chubbuck habló firmemente ante las cámaras, sonriendo mientras leía aquellas líneas que significaban las últimas palabras que el mundo recordaría de ella. Sarah la había visto y había vomitado sobre su hermano, recordar el estallido al presionar el gatillo y la nube de humo que voló del arma, así como el pelo siendo movido por una ráfaga de viento, su estómago volvió a revolverse como aquel día aunque esta vez hizo lo posible para no vomitar.

La joven mujer giró a la izquierda sosteniéndose el estómago y la enfermera la obligó a sentarse, eliminando de su rostro aquella expresión aletargada, y prometiendo volver con algún remedio que aliviase sus ganas de vomitar. Cuando el Dr. Walter hizo acto de presencia, Sarah ya se encontraba un poco mejor:

— Vuestra madre se encuentra bien —dijo con voz trémula aunque después lo repitió de manera más firme—, es la tos el problema, no hay señales de que vaya a disminuir en las últimas horas. He considerado que lo mejor sería que la dejases aquí durante dos días para ver como el virus evoluciona, tú puedes irte a casa.

Sarah llamó a su marido desde el hospital y lo esperó fuera mientras la ventisca amenazaba con llevarse el paraguas con ella. La pobre mujer no dejaba de pensar en el rostro de Bridget mientras la lluvia golpeaba su rostro, el paraguas había sucumbido al viento y en pocos segundos se encontró empapada y hambrienta. Un trueno hizo que brillase la noche y el Chevrolet Caprice Classic del 75 que conducía Luther Winters parecía destartalado a la luz de aquel manifiesto de la naturaleza. El color rojo esplendoroso que el vehículo había lucido algunos años atrás había envejecido junto a su dueño. Sarah corrió a través de la lluvia e intentó abrir la puerta en un solo intento, pero este plan falló y después de dos minutos fue que la puerta sucumbió a la rudeza utilizada por Luther.

Luther apenas contaba con 33 años de edad, pero sus ojos ya tenían aquellas arrugas irremisibles en el rostro. Las manos calludas habían ido perdiendo su encanto de antaño y el cabello del mismo color había empezado a surcarse de canas con antelación. Para Sarah seguía siendo tan apuesto como siempre, para otros Luther estaba a punto de retirarse del cuerpo de policía. Su trabajo como forense lo había hecho perder tantos momentos especiales, que ni siquiera pudo asistir al parto de su hija debido al accidente que había ocurrido con Timothy Burton en el lago meses atrás:

— Te noto asustada, Sarah. ¿Tienes frío? —le preguntó Luther mientras le tendía una manta que ambos habían utilizado de arrullo en su adolescencia.

— No, me encuentro bien.

Sarah se quedó callada durante algunos minutos y miró la hormiga que trepaba por el cuello de su marido, además de una hoja seca que colgaba en un borde de su camisa:

Retos de misterioWhere stories live. Discover now