—Has estado extremadamente callada Jane—dice mi padre, separando sus ojos del televisor por unos segundos.

—Siempre he sido callada.

Levanta una ceja.

—No cuando eras pequeña, no lo eras. Dios, amabas gritar sobretodo. Tu madre y yo pasábamos el rato haciéndote callar—ríe levemente.

Me encojo de hombros.

—La gente cambia.

—Sí, pero no se transforman.

Frunzo el ceño, mirándolo.

—¿A qué te refieres?

—Claro, la gente cambia. Tal vez no seas tan ruidosa como solías serlo, pero por dentro sigues siendo la misma Jane que podía aventarle harina a su madre mientras estaba cocinando. Pequeños aspectos en las personalidades de las personas pueden cambiar, pero siempre va a haber algo familiar dentro de ti.

Observo a mi padre por unos segundos antes de bufar.

—Eso es profundo papá.

—Tan profundo como la fosa de las Marianas.

Ruedo mis ojos.

—Eres un sabelotodo.

—Es una sentencia lógica. ¡La fosa de las Marianas es la fosa más profunda del mundo!

Agito la cabeza y dirijo mi vista al televisor mientras mi padre ríe, acomodándose en el sofá y regresando su vista al programa.

Diez minutos después decido que no hay nada más aburrido en el universo que mirar el resto del programa, el cual fue cambiado de el tema de la derivación sanguínea en los lagartos a los raros hábitos del escarabajo pelotero africano. Me retiro del sofá y me encamino hacia mi habitación, a pesar de las protestas de mi padre, diciendo que el escarabajo pelotero es "¡uno de los más interesantes organismos en el planeta!"

No lo es. Enrolla un montón de excremento formando una bola para después comérselo. No hay nada interesante en eso.

Me saco la camiseta, aventándola al suelo y camino hacia el armario para ponerme la pijama.

Volteo y me observo en el espejo, recargándome sobre el mueble.

Ya no soy tan insegura como solía serlo. Si me hubiera observado en un gran espejo como este hace unos meses atrás, me hubiera disgustado horriblemente con mi imagen. Las cosas son mejores ahora. Dejando atrás a esos que hicieron sentirme inferior, ayudó, pero al final del día, sigo viendo mi estómago y muslos junto con las cicatrices en mis muñecas, dándome ganas de gritar.

Suspiro y dejo mi armario después de ponerme la pijama, recogiendo mi cabello en una coleta.

Han pasado exactamente dos días desde que Harry apareció en mi habitación, y sólo me la he pasado preguntándome donde podrá estar. ¿Qué es lo que haces cuando estás muerto? ¿Cómo se siente? ¿No se vuelve aburrido?

Todo esto es lo que he querido preguntarle a Harry en los últimos días, si es que lo vuelvo a ver. Siento como si fuera obvio que lo volveré a ver, ¿por qué me dejaría al azar una foto y un collar para después aparecer en mi habitación?

Tal vez deba comprar un tablero de Ouija.

Sólo bromeo. Estoy completamente bromeando.

Abro mi ventana, tomando un gran respiro de aire fresco. Es sábado por la noche, y no puedo estar más contenta de que no tenga escuela mañana. Mis fines de semana consisten prácticamente en ver capítulos repetidos de Friends mientras mi madre trata de que coma mis vegetales en vez de frituras y un montón de comida chatarra, para ser sincera, me siento cómoda así. Sinceramente prefiero estar sola que estar rodeada de un montón de gente ebria de mi edad, los cuales están demasiado tomados para saber diferenciar su derecha de su izquierda. Sí, demándenme.

Phantom [h.s] •Completa•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora