Hasta el fin del mundo

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1- Tomándose de las manos

Dientes romos, blancos, firmes, encías rojas y chistosas, todo estaba rodeado por unos bellos y turgentes labios que formaban una inmensa sonrisa.
Labios que parecían hinchados por tantos besos que habían recibido. Y su rostro lo aceptaba, sus ojos cristalizados y sus mejillas rojas eran todo amor.

Correcto.

Hyunwoo era su novio. Él podía besarlo hasta desgastarse la boca. Y tomarlo cuantas veces quisiera entre sus brazos. Él debería tener la confianza para todo eso y más. Sin embargo, con su rostro muy apenado le miró. Toda sus fuerzas enfocándose en tratar de modular la oración.

—¿Te animas a tomar mi mano?

Si Hyunwoo hubiese escuchado eso tres años atrás se hubiese enojado. Porque tomar de la mano a un chico a los dieciséis años no era algo normal. Mucho menos en una escuela donde todos eran hombres. Pero ahora tenía diecinueve y su novio estaba en frente, mirándolo con los ojos más ilusionados del mundo. Esperando que el pasado de la escuela hubiese quedado atrás.

Su piel lechosa en contraste con los cabellos chocolate y sus ojitos negros achicándose en una media luna. Comprensivos. Todo Hoseok era comprensivo, como si no hubiese pasado mas de diez años siéndolo.

—Hasta el fin del mundo.

—¿Eh?

Hyunwoo no respondió a la consulta, solo tomó la mano, era mas delgada en comparación con la propia, pero nada parecido a una mano de mujer. Podía sentirla suave, sí, también delgada. Pero era pesada, con venas marcadas. Era la mano de un hombre que había terminado de desarrollarse. La mano de su Hoseok. La mano que lo alzaba en cada uno de los momentos de su vida, los que podía y no podía recordar. Ambos se levantaron, el timbre de la universidad sonaba.

—Caminaremos tomados de la mano, hasta el fin del mundo. ¿Está bien?

La voz suave, de un tono neutral, casi como si estuviese hablando del clima. Hoseok temblaba, sus dedos se estaban derritiendo al igual que su corazón. Su pecho agitado, sus labios mordiéndose con fuerzas. Sí, estaba tratando de no romper a llorar.

—Está mucho más que bien...

Sus lagrimas caían con emoción palpable. Claro que lo hacían, sus manos estaban hechas para estar juntas. Hoseok lo había sabido desde siempre. Sus largos dedos entraban en los huecos ajenos sin molestar e incluso cuando le agarraba la mano entera, escondiéndola en su palma, era la misma sensación. De perfecta sincronía. Su pecho no podía estar más inflado y bombeaba tanto que le dolía.

—Sé que son de felicidad. Aún así. Perdóname, y te amo.

No, Hoseok no podía ser más feliz, no podía no parar de apretar su mano, su corazón creyéndose capaz de salir al aire libre. Solo ellos, en una burbuja en el mundo. Alzó el brazo, miró ambas palmas juntas, fuertemente enlazadas. Besó la piel morena, apoyó la frente y se largó a reír, bajo y dulce. Dejando que las lágrimas terminaran de salir.

Era la risa que Hyunwoo había amado desde siempre.

Y para siempre.


Y para siempre

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