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Sentada en clase, viendo hacia un punto fijo por el gran ventanal del salón, perdida en sus pensamiento se encuentra Danna. Quien diría que detrás de una chica dulce, con una sonrisa constante en su rostro, tan amable, se esconden tantos secretos. Ella no es conocida como una chica extraña, tampoco como la chica mala, ella es más bien la divertida amiga de todo el curso, y a pesar de no haber compartido toda la vida con sus compañeros, sabe que puede confiar en ellos y ellos en ella. Pero dentro suyo hay tantas cosas que ni siquiera  logra explicar con claridad, por lo que prefiere dejarlo dentro.

En dos días toda la clase iría a un campamento,  y Danna ya tenía todo preparado. Había comprado ropa nueva, buscó su mejor bolso y una mochila. Solo sería una semana pero según su madre, "mejor que sobre y no que falte". Estaba feliz, una semana entera con sus mejores amigas en una cabaña sonaba increíblemente genial. 

Los días pasaron volando y, sin darse cuenta, ya se encontraba reunida con sus amigas esperando para subir al autobús. Danna era muy sociable por lo que su grupo de amigos no era pequeño.

El viaje se sintió como una excusa de la vida para unir aún mas a ese grupo de chicos que conoció hace un par de años. Entre ellos estaba Santiago, cabello castaño, alto, con una sonrisa que podía curar hasta el mas profundo dolor y ojos oscuros. En su primer encuentro, lo vio a los ojos y por su cuerpo corrió una sensación que ya había sentido antes. Solo una vez en el pasado, se había encontrado con unos ojos que la hicieron sentir de esta forma tan única e irrepetible.

Desde el principio le pareció lindo, pero era imposible que se enamorara de él. Era una chica enamoradiza, es cierto, pero el significado de amor para ella era demasiado profundo como para enamorarse de alguien sin conocerlo, para ella eso del "amor a primera vista" no existía, esa clase de interés tan superficial no era su estilo. Así es que muchos podían llamarle la atención, pero ¿enamorarse de ellos?. No, eso no pasaba.

Al llegar a su destino, les dijeron sus cabañas e inmediatamente corrieron para elegir sus lugares. Entre bolsos, trampas, empujones y risas ella y 4 amigas se acomodaron en el lugar. A pesar de que su mejor amiga, Belén, no dormía con ella, nunca se aburriría con las otras chicas. Luego de la difícil tarea de darle a cada una la cama que mas le gustaba y que estuvieran toda contentas, se cambiaron y fueron hacia el comedor donde se encontraban a la hora del almuerzo, la cena y para realizar las actividades.

Al llegar ya todos estaban sentados al rededor de una mesa larga, almorzando. Se sentaron y Danna notó que al lado de su amiga estaba Santiago. Mientras mas lo veía mas pensaba en lo perfecto que era. Su cabello desordenado, una campera de jean azul, junto a un pantalón del mismo color y una remera blanca junto a un aura de calma que lo volvían inmensamente interesante, como un imán que la atraía cada vez más. No era delgado, mas bien parecía ejercitarse pero no mucho, un punto intermedio. No quería mirarlo durante mucho tiempo, pero parecía sacado de la televisión. En sus pensamientos él ya se había ganado un lugar, aunque intentase con todas sus fuerzas restarle importancia.

A un error de distancia.Where stories live. Discover now