Capítulo 1:

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Abro los ojos con cansancio. Mi mirada queda fija en el techo, donde cuelgan banderines de diversos color y muy divertidos, aunque por la oscuridad de la habitación no se ve bien. Me levanto y cojo la colcha de la cama —que es blanca— y con paso firme me dirijo hacia el estudio de Akihiko Usami.

La puerta esta abierta y él está desnudo de cintura para arriba ya que lleva un pantalón de pijama blanco y sentado en su silla escribiendo con sus gafas y el cabello revuelto. Me apoyo en el marco de la puerta y me quedo ahí, observándole, a mi dios griego, a mi amo y a mi amante. No se cuanto tiempo pasa, pero se da cuenta de mi presencia, ¿o ya sabía que estaba ahí? No lo se. Se da la vuelta y me mira. Una sonrisa fugaz se asoma en su rostro y se levanta de la silla.

-Hola...- con paso firme se acerca a mi y me susurra muy bajito. Me estremezco.

-Buenos... Buenas noches.- me corrijo a mi mismo. Él me devuelve una sonrisa muy intima. No me toca, ni siquiera se me insinúa, pero ya tengo ganas de que me quite la ropa y me haga el amor en esta habitación.

Me tapo más con la colcha. Él me aparta la colcha para dejar al descubierto mi cuello. Me tenso. Su mirada me atraviesa.

-Misaki... Te dije que si te dolía me avisaras. ¿Por qué no me haces caso?- yo me encojo de hombros. Pasa su mano por mi cuello y me doy cuenta de que se ha puesto así porque tengo marcas rojas, muy rojas, casi moradas, en el cuello.

-Bueno, yo te he arañado la espalda. Creo que con eso estamos pagados.- sonrío tímidamente. Él me mira y, creo, que por la mente le pasa la idea de castigarme.

¡Oh, si! ¡Castiga me, por favor! Me vuelve a tapar con la manta. Se acerca, de nuevo, a su portátil y lo apaga, no sin antes haber guardado el contenido, claro.

-Vamos a dormir. Necesitas dormir.- ¿dormir? Eso no te preocupa hace unas horas. De todos modos, ¿Por qué se ha enfadado tanto? Solo son marcas, nada del otro mundo. Tengo que saberlo.

-¿Por qué te has enfadado tanto?- le impido el paso con mi cuerpo. Suspira hondamente y me mira con... ¿Furia? ¿Deseo? ¿Con qué?

-Ya sabes porque...- me responde casi en un susurro.

-No, no lo sé. Si lo supiera, no te lo preguntaría.- me cruzo de brazos y espero su respuesta.

-Ya te he dicho mil veces, que no estas preparado para soportarlo. Me preocupas. Tienes que avisarme.- me muerdo el labio y miro hacia otro lado. ¡Mierda! Tiene razón...

-Si, pero antes aguantaba muy bien. Nunca me quejaba, ¿por qué ahora es diferente?
-Porque, ahora, no te acuerdas de nada. No recuerdas nada, así no hables de lo que no sabes.-

¡Mierda! Nunca se cansa de darme con la puerta en las narices. Me coge de la mano y me arrastra hacia el dormitorio.

No puedo dormir. Deseo con todas mis fuerzas recordar todo lo que hemos vivido. Todo esto empezó hace dos meses, cuando desperté en ese hospital. El hospital... Hospital...

◇◆◇

Esta sensación... Me duele desde la punta de los pies hasta el último pelo. Siento una gran opresión en el pecho. Abro los ojos y, sea el lugar en donde este, está oscuro. Siento mis dedos rígidos y enseguida me doy cuenta de que llevo vendas en la cabeza, en las manos y en los brazos, en las piernas y en el abdomen. Me duelen un montón las costillas. La cabeza me da vueltas y no siento las piernas. Giro, con mucho esfuerzo, la cabeza y veo a alguien apoyado en la ventana. Su cabello brilla intensamente con el color de la luna. Cierro los ojos. ¡Dios, hasta eso me duele! Tengo mucho, mucho, mucho sueño. Necesito dormir más.

Azótame, por favor, azótameWhere stories live. Discover now